Aunque en la época que vivimos, eso de dedicar el tiempo a los demás no es muy habitual, ni siquiera para los familiares. Es una cuestión de prioridades en un sistema de vida en el que prevalece el dinero, el trabajo, y todas las demás cuestiones materiales. Pero lo más importante sigue siendo el tiempo, de paso inexorable y tan volátil. Y esta abuela demuestra priorizarlo. Al fin y al cabo, quien quiera comprar algo de ese comercio siempre puede llamar al teléfono indicado en el cartel (que aquí se omite por motivos obvios). Toda una lección de amor.