Pero la culpa no la tienen los perros, sino sus dueños. Y posiblemente, también, quienes aprovechan la oscuridad y lo angosto del callejón para hacer sus necesidades, echándoles luego la culpa a los perros, que de todo hay. Conviene recordar que las normas no son un capricho, sino directrices que sirven para hacer más fácil la convivencia de todos. Y quienes las incumplen deben asumir su responsabilidad. El cartel está en la calle Pino, muy cerca de la iglesia de Fátima.