Muchas personas ni siquiera se habrán fijado en el Vía Crucis de piedra que está ubicado a ambos lados del camino de subida; ni sabrá de las multitudinarias fiestas que se celebraban antaño; ni del famoso “Sanatorio de Pepiño”, con sus animados bailes; ni de la lujosa casa de los Echegaray que luego se convirtió en casa del Obispado y que hoy es una residencia para sacerdotes retirados; ni de los túneles militares que durante años convirtieron una parte del monte en un polvorín, según dice lo que puede ser simplemente una leyenda. Pero los tiempos cambian y el monte de A Guía va quedando despoblado de árboles porque las casas se van comiendo el monte, y a este paso llegará el día en que sean las propias casas las que no dejen ver el monte. Quizá algún día podamos ver A Guía con algunos árboles que se puedan salvar de este despropósito.