La decimotercera edición de la San Silvestre viguesa batió su propio récord y alcanzó este domingo los 8.000 participantes, con 4.438 de ellos inscritos con dorsal, según informaron los organizadores. La prueba no competitiva se ha convertido en una cita ineludible en Vigo y en una auténtica fiesta por las calles viguesas con miles de atletas disfrazados.
La lluvia respetó la carrera y después del «diluvio» registrado durante la mañana del domingo, los corredores pudieron completar el recorrido por la Alameda y el Casco Vello de Vigo sin problemas. “Iba a llover e hice un decreto; problema resuelto”, sostenía con gracejo Abel Caballero, alcalde de la ciudad, a pie de línea de salida. El regidor felicitó a los atletas por su apuesta por la “vida saludable” y aseguró que iba a ser una carrera (no competitiva) “de buen humor” para la que “nos sobra tiempo, ánimo y espíritu”, dijo.
El crecimiento de la prueba en los últimos años ha sido exponencial hasta convertirse en la San Silvestre más concurrida de Galicia, superando ya a la de Pontevedra, a la que este año acudieron 6.450 participantes (5.000 con dorsal), A Coruña (4.000) y Ourense (1.100).
Una hora antes del inicio, fijado para las cinco de la tarde, la Praza de Compostela era un hervidero de gente. El acierto de distanciar la carpa de recepción de comestibles para el Banco de Alimentos de Vigo y la de entrega del gorro de Papá Noel, zonas bien acotadas y señalizadas, permitió la fluidez de los participantes así como un acceso más cómodo a la salida. Otro éxito fue el cambio de orientación de la carrera, con inicio hacia Areal –en 2016 fue en dirección a la Alameda–, que regaló un comienzo más vistoso y alargó la disfrazada serpiente multicolor por todo el adoquinado de la Alameda.
La salida, a las 17:05 horas con bocinazo de Caballero precedido de su cuenta atrás a capella, fue apoteósica: 5 minutos y 17 segundos duró, con el alcalde jaleando a los participantes y bromeando (“venga, que ya lleváis cinco metros”, decía). El coche 0 del concesionario Hyupersa Vigo, un Hyundai Kona rojo, abrió la marcha junto con los motoristas de la Policía Local.
Minutos antes el propio Abel Caballero se había dirigido a los participantes asegurando que eran “los mejores del mundo” y que los disfraces que portaban eran también “los mejores del mundo”. Algunos de los corredores aprovechaban el inicio para devolver los piropos al alcalde haciéndose una foto con él, o saludándolo, mientras la marea humana continuaba corriendo o caminando.
La prueba duró una hora, pues más allá de las seis de la tarde cruzaban la meta los últimos. Nunca antes se habían visto tantos grupos o participantes disfrazados, nunca antes tantos carritos de bebé transitando por las calles del Ensanche y del Casco Vello. La carrera, en su decimotercera edición, ha calado en el imaginario deportivo local.
Batman y Robin, el AVE, el “Alfageme” (“me gusta”, sostenía Caballero cuando vio pasar el disfraz), de nuevo los Guardians de fútbol americano… Miles de atuendos de increíbles coloridos para celebrar la San Silvestre.
La carrera llegó a un atestado Casco Vello entre aplausos. La única cuesta era la de Fermín Penzol y en ella se inició el paseíllo andando, porque el recorrido se estrechaba y el paso por Constitución-Triunfo-Colegiata era el de un desfiladero al converger deportistas y gente de fiesta. Dio tiempo a que la legión de participantes iniciase diversos cánticos.
En Teófilo Llorente llegarían los últimos aplausos desde las terrazas de A Pedra, para encarar Cánovas del Castillo y la entrada en la Alameda, que se rodeaba entre risas. Desde antes de la salida el jurado, encabezado por Camilo Pais (FPR El Olivo) y colaboradores, había estado trabajando a destajo para observar los mejores disfraces, pues en esta edición eran una treintena los premios por este concepto, de los que nueve eran cheques regalo. Gadis, Decathlon y Máis que Auga se volcaron con los participantes, que además al concluir la prueba disponían de avituallamiento de Frutas Nieves y Coca-Cola.
De los 1.500 o 2.000 participantes que celebraban la carrera años atrás, Vigo ha pasado a un gigantesco salto que la ha convertido en la San Silvestre más numerosa de la comunidad autónoma, superando a la 34ª San Silvestre pontevedresa (6.450 participantes, según su organización).
La entrega de premios fue un desfile de colorido y creatividad que puso el punto final a una tarde sin lluvia. Un disfraz de autobús de Vitrasa, otro de abeja, una jovencísima violinista, dos botellas de Rioja, un grupo de vaqueros e indios de Lóstregos Ville, de nuevo los Vigo Guardians de fútbol americano, una corredora que se presentaba como cartel humano del dorsal 4.027, que en su parte trasera ya se anunciaba con la leyenda “dorsal ganador”, un Minion, un gaitero escocés, dos dinosetos y alguna referencia a la “Guerra de las galaxias”, entre otros, fueron protagonistas de los premios.
El próximo 31 de de diciembre, la decimocuarta edición, caerá en lunes. En domingo habrá que esperar a 2023.