Era la comitiva de los Magos de Oriente a su paso por Vigo, donde se organizó un evento en el que la temática era tan importante como el color y la luz que los rodeaban. Así lo había planeado el ayuntamiento de la ciudad, cuyo alcalde había anunciado «la mejor cabalgata de Europa», algo que se atrevió a confirmar a su término.
Pero los personajes principales de esta historia fueron los Reyes Magos y todos los niños y niñas de Vigo que salieron a la calle para recibirlos y saludarlos. Desde las cinco de la tarde comenzaron a tomar posiciones para estar en primera fila y poder mirar de cerca a los ídolos del momento. La lluvia, que había puesto en peligro la celebracion del acto, hizo un mínimo acto de presencia chispeando al poco del inicio. Fue un mero recordatorio de que por un instante quiso tener su cuota de protagonismo, pero acabó siendo una falsa alarma.
Las quince carrozas pudieron desfilar sin problemas, algunas más rápidas que otras. Todas llenas de música y diversión, algunas con más tirón que otras, también. Porque todos esperan tres de ellas, las que transportaban a Melchor, Gaspar y Baltasar. Fueron las que más se hicieron de rogar pero llegaron con gran puntualidad a su cita en cada tramo del recorrido, que comenzó en Isaac Peral, continuó por García Barbón y terminó en la Porta do Sol.
Allí, a las 19.30 horas, después de repartir toneladas de caramelos, los Reyes Magos recibieron la gran llave de la ciudad, la que abre las puertas de las casas para que sus Majestades puedan dejar todos los presentes que han pedido los vigueses que se han portado bien. A juzgar por sus palabras sobre el escenario habilitado junto a la plaza de la Constitución, todos los ciudadanos tendrán regalo, todos han sido buenos en Vigo.
El alcalde fue el encargado de hacerles entrega de la llave y en ese momento, reclamó su parte de protagonismo. «La verdad es que [los Reyes Magos] me dijeron que se quieren quedar el fin de semana porque Vigo les gustó más que ninguna ciudad del mundo. Porque somos mejores que Tokyo y Nueva York. Además, le ganamos a la lluvia», proclamó no sin antes pedir a los más pequeños de la casa que se acuesten pronto, agradecer a todos los padres y abuelos su participación en la cabalgata y emitir los ya tradicionales vítores que siempre finalizan con un sonoro «Viva Vigo».
Y, colorín, colorado, este cuento se ha acabado.