De esta manera, por ejemplo, han aumentado su importancia política partidos como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, la Alternativa por Alemania en territorio germano, la Liga Norte en Italia o el Amanecer Dorado en Grecia, entre otros.
Estos partidos se suelen caracterizar por ser euroescépticos, xenófobos, racistas y promueven la no entrada de refugiados de otros países.
La mayoría de la prensa y resto de medios en España ha defendido que esto no ha sucedido en España porque la extrema derecha en nuestro país es residual.
Lo siento pero no estoy de acuerdo con esta última aseveración. Así en Cataluña y en el País Vasco existen formaciones políticas que gobiernan y han gobernado durante años cuya característica más notoria es su xenofobia y su racismo, frente a los ciudadanos españoles que viven allí y que no están de acuerdo con las tesis nazionalistas (con zeta).
La administraciones vasca y catalana se caracterizan por incluir en sus cuadros de mando a una mayoría de personas con apellidos autóctonos, cuando la mayoría en la ciudadanía serían los García o los Ferrnández, con lo que se promueve un auténtico «apartheid» en la práctica.
Sobre el racismo del nacionalismo catalán se puede ver en la hemeroteca textos del Doctor Robert, que en el siglo XIX hacía tratados midiendo cráneos de la población para diferenciar los cráneos catalanes y los cráneos de los no catalanes.
En cuanto al racismo del PNV solo hay que leer algo sobre lo que defendía su fundador Sabino Arana, que dejó escrito que «la raza española era degenerada, afeminada e inferior» frente a la raza vizcaína.
Quizás si desde los periódicos y televisiones de Madrid se comenzara a llamar a estos partidos por su nombre, en lugar de nacionalistas, xenófobos y en lugar de soberanistas, racistas y pro-apartheid, las cosas podrían cambiar y los españoles comenzaríamos a ver que los nacionalismos son algo propio del XIX, por tanto atrasado y además injusto.