Hay numerosos estudios que avalan esto, especialmente el parisino Christophe Dejours, que ha dirigido el laboratorio de psicología del trabajo y es catedrático de Psicoanalisis-Salud-Trabajo. Según este autor, el problema principal es que se ha sustituido la calidad por la cantidad de trabajo, unido a unos gestores que (directivos) que poco saben de los que deben gestionar y que utilizan una herramientas de evaluación obsoletas.
La precarización y la inseguridad convierte al trabajo en un infierno lleno de enfermos en detrimento del sistema que es poco productivo.
Todo esto altera las relaciones de trabajo y provoca competitividad generalizada y por supuesto la ayuda mutua desaparece.
Y aparece además de la muerte súbita otros fenómenos hasta ahora desconocidos como el suicidio en el lugar de trabajo. Este nuevo fenómeno apareció en el año 2000 y se da en todos los países Occidentales. En France Telecom en los seis primeros meses de 2009 se suicidaron 35 personas.
Investigadores han demostrado que se da en personas delicadas, sólidas y con valores a los que la empresa impulsa a contribuir en prácticas que van en contra de su propios principios éticos y morales. Por ejemplo, empleados de centros de llamadas a los que se le obliga a mentir al cliente, médicos a los que se le pide que detengan la reanimación de un paciente para recuperar los órganos para transplantes y así aumentar el rendimiento del hospital, etc,
Todo esto hace que en las multinacionales haga falta de comunicación entre sus trabajadores, que se prefiera el uso del email antes que la comunicación personal entre sus miembros y que ante la destrucción de solidaridad y confianza, por medio de la evaluación de personal, la gente tenga miedo los unos de los otros.
La presión es tan grande que todo el mundo sueña con las prejubilaciones, ya que al destruir la solidaridad pasan a integrar el sufrimiento como estrategia colectiva defensiva ante la presión.