Es como un conjunto de repúblicas independientes conectadas por los elementos comunes: pasillos, escaleras y ascensores indispensables para que todos se puedan relacionar, porque son independientes, pero no pueden vivir completamente aisladas unas de otras. Curiosamente, en muchos momentos esas antenas captan las mismas señales, los mismos canales de televisión, y no tiene demasiado sentido que cada piso tenga la suya cuando se podrían haber compartido los recursos de una única antena para todos, algo mucho más barato y menos agresivo para la imagen de la fachada, mucho más racional. Pero mientras no exista una normativa que regule estas situaciones, que se utilice con seriedad y que evite estos despropósitos, España seguirá siendo un país diferente y cada casa seguirá teniendo su propia antena.