La tesis ha sido la segunda defendida en el IIM y la primera retransmitida en directo a través de la página del instituto en Facebook. También se define por una metodología novedosa, pues ha empleado una multimanga para muestrear a diferentes profundidades y técnicas moleculares nuevas tanto para identificar las paralarvas, como para estudiar su dieta.
“Una de las mayores dificultades hasta ahora en investigaciones sobre paralarvas salvajes era que, debido a su gran parecido, era imposible identificarlas como especies. Por tanto, se clasificaban a nivel de familia, lo que acarreaba dificultades para entender el ciclo biológico completo de las distintas especies y para dar respuesta a cómo les afectan las condiciones del medio marino a cada una”, explican Ángel F. González y Álvaro Roura, codirectores de la tesis.
“Hasta hora, se consideraba la existencia de cuatro grandes grupos de paralarvas en la Ría de Vigo: octópodos, loligínidos, omastréfidos y sepiólidos. Gracias a la identificación genética conocida como “código de barras de la vida, o barcoding en inglés”, ahora sabemos que además de ‘Octopus vulgaris’ (pulpo), existen tres especies de loligínidos, ‘Loligo vulgaris’ (chipirón), ‘Alloteuthis media’ y ‘Alloteuthis subulata’ (dos especies de puntilla), una de omastréfido ‘Todaropsis eblanae’ (pota) y siete de sepiolas ‘Sepiola pfefferi’, ‘Sepiola tridens’, ‘Rondeletiola minor’, ‘Sepiola atlantica’, ‘Sepietta neglecta’, ‘Sepiola ligulata’”, explica la autora de la tesis, quien destaca que “es la primera vez que se encuentra ‘Sepiola pfefferi’ en aguas de la Península Ibérica y la primera vez que se encuentra ‘Sepiola tridens’ en la ría de Vigo”.
La investigación también se centró en estudiar la genética de las poblaciones de las distintas especies, lo que puso de relieve por primera vez que las paralarvas de las diferentes especies pertenecen a la misma población, y la dieta de las dos especies más abundantes en la ría, el pulpo y la puntilla.
“Se sabía que las paralarvas comen principalmente cangrejos decápodos, pero gracias a las novedosas técnicas de secuenciación masiva hemos podido identificar muchas más presas.
Además, hemos detectado cambios en la alimentación según crecen y en diferentes condiciones ambientales, lo que aporta nuevas ideas muy útiles para la cría en cautividad de cefalópodos”, explica la autora.
Otro objetivo de la tesis era resolver la distribución espacio-temporal de las distintas especies e identificar los parámetros oceanográficos que más les afectan.
“Se ha descubierto que las tres especies de calamar se encuentran distribuidas de manera desigual, tanto a lo largo del año como en la columna de agua y en distintas zonas de la Ría. En cuanto a las sepiolas, se pensaba que sólo estaban en el fondo del mar y no ascienden. Sin embargo, al muestrear con la red multimanga en distintos estratos de profundidad, se ha visto claramente que durante la noche ascienden ligeramente en la columna de agua, probablemente para alimentarse, y durante el día desaparecen. Algo similar se ha observado para las paralarvas de pulpo: se pensaba que durante la noche estaban en la parte más superficial de la columna de agua y durante el día bajaban a zonas más profundas para evitar los depredadores. Sin embargo, con la multimanga hemos visto que desaparecen entre los 0-5 m de profundidad, pero son más o menos constantes en el resto de estratos”, indica Lorena Olmos Pérez.