Comenzó llamándose “El Tranvía” y luego fue cambiando de nombre y de dueños hasta convertirse en “La Pícara”, para transformarse, finalmente, en “A Lúa”, con Carmen al frente (a la derecha en la fotografía) y ayudada por María. Allí se reúne habitualmente un buen número de fieles clientes para conversar animadamente en torno a un buen vino, una buena cerveza o una riquísima sidra de barril, y unos buenos pinchos y platos que preparan estas dos mujeres dotadas de una mano especial para la cocina. Se podrían recomendar muchos de sus platos, pero los callos merecen una mención especial.