El grupo propició un broche de oro con un exitoso bis. Reservó la mejor canción para decir adiós y además endulzó el momento con una buena ‘performance’, demandando la implicación de la gente.
En definitiva, como demuestran las imágenes, también las grabadas por la propia banda desde el escenario, el concierto fue un continuo ir y venir de vítores. Cantaban los colombianos pero no paraban de cantar los vigueses.
En su segundo año consecutivo en la ciudad, Morat salió si cabe todavía más encumbrado.