Kaufmann llegó a ser, durante sus escasos 56 años de vida, uno de los mayores conocedores del norte de África, y en concreto del pueblo llamado tamaschek, al que los europeos llamamos impropiamente tuareg. Junto a estos nómadas del desierto del Sáhara realizó un viaje en dromedario de mil quinientas millas, que plasmó después en sus obras. Kaufmann era un romántico, era un poeta de las melodías que resuenan entre las dunas, de los colores de las túnicas que protegen de las tormentas de arena y de las hogueras en torno a las que contar historias de espíritus durante toda la noche. Leer sus líneas es adentrarse en un mundo diferente y a la vez cercano, en unas tribus que siguen manteniendo su grandeza, y en unos enfrentamientos que podemos calificar de heroicos. Porque sobrevivir en el Sáhara como lo hacen los tamaschek es heroico, sin duda, es una auténtica proeza, y llevan siglos allí, manteniendo sus costumbres ancestrales y sus leyendas míticas por la única vía de la transmisión oral. Empuñando su espada takuba y su espingarda para enfrentarse solos a una tierra absolutamente inhabitable. Y a pesar de todo han logrado habitarla.
Kaufmann escribió 18 novelas, que fueron traducidas a diversos idiomas, y una de las más conocidas es «Luna Roja y Tiempo Cálido», de 1957, con la que obtuvo un año después el Premio Alemán al Mejor Libro Juvenil. Y no es para menos, porque en las pormenorizadas descripciones de sus páginas vivirán para siempre los poderosos jinetes del desierto:
«Mid-e-Mid cantaba en el norte. En el norte las montañas son negras y violetas, y las llanuras son amarillas a causa del alemos. Pero sus canciones viajaban muy lejos, de boca en boca, de tienda en tienda. Resonaban y zumbaban en torno de los fuegos, cuando el puré de mijo para la noche hervía en las tiznadas ollas de hierro. Salían de los labios de los tostados pastores que, en las horas de más calor del día, descansaban con sus bueyes a la parca sombra de las acacias. También las cantaban las mujeres mientras blandían la mano del almirez y la sal gris se rompía en frágiles cristalitos en el mortero de madera, bajo la furia de los golpes».
«Luna Roja y Tiempo Cálido» es una historia de amor a tres bandas, entre personas que no tienen nada que ver: Mid-e-Mid, el cantor; Tiempo Cálido, la hermosa hija del marabú u hombre sabio; y Luna Roja, el gallardo hijo del príncipe. Pero también es la historia de Abú Bakr, el bandido del desierto. Y además es la historia de la venganza de Mid-e-Mid contra Tuhaya, el hombre que traicionó a su padre ante el gobernador e hizo que lo encarcelaran. Es la narración de una isla de arena y piedras separada del resto del continente, donde sobreviven a duras penas unas tribus nómadas acostumbradas a perseguir el agua, a cuidar sus ganados como auténticos tesoros y a respetar las tradiciones, porque en el fondo es lo único que tienen.
Sáhara significa «el gran desierto» y a él se refieren sus pobladores como «la tierra que sólo sirve para ser atravesada». Por algo será.
Herbert Kaufmann incluyó en su magnífico libro un apéndice final donde explica todo lo que aprendió en su viaje junto a los nómadas. Si la aventura de Mid-e-Mid y compañía fuera poco deleite, el apéndice es pura sapiencia:
«Los hombres llamados tamaschek
Los hombres de que trata esta historia suelen ser llamados tuareg por los europeos. Sería, empero, cosa de ir abandonando este nombre. Usarlo es como obligar a los europeos a que se llamen kaffir. Pues kaffir —que significa “infiel”— es la denominación que utilizan muchos árabes para nombrarnos a nosotros, porque no creemos en el profeta Mahoma. Y los árabes fueron también los que dieron el nombre de tuareg a los pueblos del Sáhara central. Los europeos han tomado ese nombre de los árabes. Pero los pueblos con él denominados no piensan en absoluto llamarse así. “Nosotros, los tamaschek”, dicen de sí mismos».
También aparecen, entre las páginas de la novela, fotografías que tomó el propio autor durante su larguísimo viaje, y que sirven para ponerles rostro a los personajes y mostrar sus tiendas, sus espadas, sus monturas y en general lo dura que es la vida que llevan.
«Luna Roja y Tiempo Cálido» apareció publicada por primera vez en España en 1960, con una espectacular portada de Roc Riera Rojas, un maestro de la ilustración cuyas obras llenaron los ojos de los niños y jóvenes de esa época y lo convirtieron en referente de las novelas de aventuras. Esa edición, y las posteriores de 1968 y 1991, siguen estando disponibles en librerías de segunda mano, y merece la pena detenerse un momento y recordar esta maravillosa obra, su poesía y sus retratos de personajes únicos. Porque nunca es un mal momento para una gran aventura.