«El dragón de hielo» es un cuento de fantasía publicado por primera vez en 1980, dentro de la antología «Dragons of light», y en aquel entonces contaba con ilustraciones de la estadounidense Alicia Austin. Desde entonces ha sido reeditado en numerosas ocasiones, la última de ellas acompañado por las pinturas del español Luis Royo, uno de los creadores más impresionantes en la literatura fantástica.
En 1996 vio la luz «Juego de tronos», el primer volumen de la monumental saga «Canción de hielo y fuego», pilar fundamental de la fantasía actual. Esta novela–río ha sido adaptada al cómic, juegos de rol, videojuegos y, desde 2011, a la televisión, donde ha alcanzado la popularidad universal. Pero la tremenda historia de los reinos de Poniente, el Trono de Hierro y el Muro ya empezó años antes, con un pequeño relato donde Martin jugaba con algunos temas bien conocidos: el invierno que llega, la guerra, los dragones y la gente sencilla que padece por las grandes decisiones. Dos naciones entablan una guerra durante años, pero el escritor de Nueva Jersey no nos la cuenta desde el punto de vista de los reyes, los generales o los estrategas, sino de los granjeros y los soldados, que tienen que escoger entre huir por sus vidas o morir sin honor. Con el paso del tiempo, los poderosos jinetes de dragones sufren reveses que van llevando el frente de batalla cada vez más hacia el sur, arrasando aldeas, sueños y esperanzas.
«A Adara le gustaba el invierno por encima de todas las cosas, pues cuando el mundo se enfriaba llegaba el dragón de hielo.
No estaba segura de si era el frío el que llevaba al dragón de hielo o si era el dragón de hielo el que llevaba el frío. Era el tipo de pregunta que solía preocupar a su hermano Geoff, que era dos años mayor que ella y tenía una curiosidad insaciable, pero a Adara le daban igual esas cosas. Mientras el frío, la nieve y el dragón de hielo llegaran según lo previsto, era feliz».
Adara es una niña que vive al sur de esa guerra, hija del granjero John y sobrina del jinete de dragones Hal, soldado del rey. Para los habitantes de esa pequeña región, el conflicto entre naciones queda lejos y ellos no tienen más conocimiento de lo que ocurre que las breves visitas de Hal, cada verano, cuando aparece cargado de regalos y gloriosas aventuras que contar. Pero a Adara no le gusta su tío Hal, porque ella es una niña del invierno, nacida durante la peor helada de la Historia, que se llevó a su madre y le dejó a ella una marca imborrable: su piel es azul y fría como la nieve.
Adara no cuaja en ese mundo y todos se lo dejan bien claro, el primero su padre, que aún la culpa de la muerte de su madre. Sus hermanos tampoco tienen mucho que ver con ella, ni los demás habitantes de la aldea. El único amigo de Adara es el dragón de hielo, el que trae el invierno y congela las cosechas, esto es, uno de los mayores enemigos de su pueblo. Por tanto, ¿qué ocurrirá cuando la guerra llegue hasta ellos, y al mismo tiempo el invierno?
«Cuando el dragón de hielo abría su gran boca y espiraba, no era fuego lo que salía de ella, el hedor ardiente y sulfuroso de los dragones menores.
El dragón de hielo escupía frío.
Cuando respiraba se formaba hielo. El calor desaparecía. Las lumbres se consumían y se apagaban, castigadas por el frío. Los árboles se helaban hasta sus almas pausadas y secretas, y sus ramas se volvían quebradizas y crujían a causa de su propio peso. Los animales se volvían azules, gemían y se morían, con los ojos saltones y la piel cubierta de escarcha.
El dragón de hielo escupía muerte al mundo; muerte y silencio y frío. Pero a Adara no le daba miedo. Ella era una niña del invierno, y el dragón de hielo era su secreto».
George R. R. Martin es un escritor de sueños, de leyendas y de aventuras. Es un maestro de las grandes sagas y la novela–río, pero también del relato corto. Historias autoconclusivas como «Los reyes de la arena» o «Sueño del Fevre» resultan magníficas actualizaciones de las clásicas narraciones pulp de ciencia–ficción y terror, que demuestra conocer al dedillo. Y «El dragón de hielo» es una hermosa fábula sobre la indefensión y el poder, sobre la inocencia y sobre lo duro que es hacerse adulto algunas veces.
Martin ha explicado que esta historia no transcurre en el mismo mundo que «Canción de hielo y fuego», pero es una buena iniciación para quien quiera adentrarse en su obra y es un ejemplo histórico de que las grandes ideas no pueden limitarse a una sola novela, ni a siete ni a un universo entero. A veces los cuentos más pequeños son bellos y delicados como un copo de nieve.