La bollería casera suele ser un acierto, porque además de poder controlar las cantidades de azúcares y grasas que añadimos, congelan estupendamente y podemos tener siempre disponible alguna cosa para echar mano sin recurrir a productos menos saludables.
Ingredientes para 24 galletas:
150 g de mantequilla en pomada.
150 g de chispas de chocolate.
150 g de harina de repostería.
180 g de copos de avena.
1 huevo.
160 g de azúcar moreno.
50 g de nueces.
20 g coco rallado.
1/2 cucharadita de levadura química {tipo Royal}.
1/2 cucharadita de extracto de vainilla.
Preparación:
En un bol, mezclamos en primer lugar la mantequilla con el azúcar. Añadimos entonces el huevo y la vainilla; seguimos mezclando hasta que estén los ingredientes bien incorporados.
Añadimos la harina, la levadura química, el coco rallado y las nueces {que habremos picado muy finas}. Mezclamos de nuevo.
Finalmente, añadimos los copos de avena y las chispas de chocolate. Una vez bien mezclados todos los ingredientes, introducimos la masa en la nevera durante 1 hora, para que se enfríe y sean más fáciles de formar las galletas.
Mientras, precalentamos el horno a 180ºC.
Cubrimos una bandeja de horno con papel de hornear y colocamos bolitas más o menos iguales de masa. Hay que ponerlas un poquito separadas ya que se expanden al hornear.
Horneamos durante 15 minutos a 180ºC. Este tiempo puede variar un poco dependiendo de cada horno. A mí, además me gusta ponerle 2 minutos con el calor sólo arriba para que se doren un poquito por arriba y no se tuesten demasiado por la parte inferior.
Retiramos del horno y, con cuidado, ponemos las galletas a enfriar sobre una rejilla.
Cuando estén bien frías, podemos guardarlas en una caja hermética o congelarlas. Para hacer esto último, primero las colocamos en el congelador bien separadas, en una bandeja por ejemplo y una vez congeladas las introducimos en una bolsa o recipiente hermético. Así las podremos ir sacando de una en una, unos 10 minutos antes de consumir.