En este primer aniversario del fatídico 15-O, nos ha mostrado cómo se encuentra a día de hoy el monte de Fragoselo, en el que el horror se apoderó del lugar, quemó miles de hectáreas y afectó al campo de fútbol. Fue una de las ‘zona cero’ de Vigo, que en estos doce meses han vuelto a recibir la visita de un inquilino indeseado: el eucalipto.
Esta especie se ha vuelto a apoderar de las parcelas quemadas y la Comunidad de Montes de Coruxo, de la que forma parte Rubén, ya piensa en llevar a cabo acciones para arrancarlos antes de que crezcan más. “Por si alguien tenía alguna duda de que esta es una especie invasora”, ironiza Rubén. Tal y como advierte, gestionar los terrenos que se han vuelto a ver copados por árboles que propagan el fuego será “uno de los grandes problemas” que tendrán que gestionar los comuneros en los próximos años.
En la misma zona en la que grabó su vídeo el año pasado, Rubén remarca cómo los efectos del incendio están todavía presentes. Las partes en las que reinaban el eucalipto y el pino siguen quemadas mientras que las frondosas continúan vivas, prueba del diferente comportamiento que ofrecen ante los incendios.
Al menos, por ver el lado positivo, el debate sobre las especies que se deben plantar ha vuelto a la palestra. Aunque siempre ha estado latente, los incendios de hace un año han devuelto la discusión a un primer término. En este sentido cabe destacar la iniciativa del ‘anillo verde’ que está diseñando el Concello de Vigo, una iniciativa que aplaude Rubén al ser además una solución a largo plazo.
Porque, por el momento, soluciones ha habido pocas. “Hay que hacer un poco de crítica hacia la administración, porque la gestión forestal sigue siendo la misma”, advierte. Y va más allá: “Cuando se repitan las condiciones del octubre pasado, los incendios serán exactamente iguales. Si no hacemos nada distinto es imposible que los resultados cambien”, argumenta cargado de lógica.
La misma lógica que le llevó a explicar el año pasado cómo se habían originado los fuegos en puntos tan distantes de Vigo y que nada tenían que ver con motoristas cargados con bidones de gasolina. “Si te fijas los puntos donde se iban originando los incendios estaban en la misma dirección que el viento”, reflexiona.
Prueba de ello es también que un año después no hay ningún detenido ni ningún sospechoso de haber causado los incendios en la ciudad y sí en municipios de la comarca, desde donde se propagaron las llamas hasta el centro urbano.