Las calles más céntricas están completamente llenas y la repercusión en la hostelería y en el comercio son indiscutibles. Lo más curioso es que el efecto llamada de esta publicidad singular trasciende las fronteras geográficas e incluso parece superar las barreras del tiempo. En la fotografía puede observarse un pequeños dinosaurio caminando por la calle del Príncipe, seguramente interesado en participar en un ambiente navideño con el que muy pocas ciudades pueden competir.