Una puerta blanca impide el paso al interior, y junto a esa puerta ha aparecido el siguiente mensaje: “Julia, aún si Dios jugase a los dados, ¿no crees que sabría trucarlos?” La frase resulta enigmática. ¿Quién es Julia? ¿Por qué ese fatalismo en dejarlo todo en manos del destino, en dejarlo todo en manos de un dios que puede modificar el destino de todos según sus propios intereses? La respuesta exacta no la conoce nadie, pero la intención del mensaje sólo la conoce, sin duda, la persona que lo ha colocado en la pared, y quizá, también, la destinataria de esa frase escrita en lo que antes era un comercio de alfombras.