Existen muchas formas de violencia en nuestra sociedad, no solo la física: también está la violencia del lenguaje, la del silencio cómplice, la de la burla, la del chantaje emocional, la del texto escrito e incluso la de la traducción que manipula el texto escrito para sus propios fines. La sociedad impone sus roles de género y sexualidad, y es muy difícil luchar contra eso, porque «la sociedad» no es un ente abstracto, sino que son tus padres, tus profesores, tus compañeros de clase, la persona que te gusta…
Vivimos en una sociedad cada vez más compleja, en la que la libertad debe ser patrimonio de todos, y no de un grupo, de un género, de una visión de la sexualidad.
De todas estas ideas se habló el pasado sábado en el Pazo da Cultura de Pontevedra, en la jornada «Pinto e Maragota», un espacio abierto al público donde pudimos escuchar todas las voces: las de los expertos, las asociaciones, las escritoras y sobre todo los protagonistas, los jóvenes. Fue un lugar de debate común, sin trabas, sin moralina y sin partidismos. Protocolos de abordaje y sus fallos, el papel de las nuevas tecnologías, la literatura como muestra de la diversidad, realidades muchas veces tratadas sin conocimiento, sin empatía, sin visión de futuro.
Hoy en día nuestra sociedad tiene muchos más foros y más voces de lo que creemos, y eso es una oportunidad crucial. La libertad consiste en crear ambientes que propicien que cada cual sea quien quiera ser y se exprese a su manera, con sus palabras y sus inquietudes. Por eso la jornada se centró en la labor en las aulas, como gran punto de convivencia con los otros y la importancia que eso tiene para desarrollar la propia personalidad. Con sus virtudes y defectos.
Vivimos en un país con un montón de cuestiones pendientes, con roles heredados que, en muchos casos, todavía se mantienen y se siguen imponiendo a las nuevas generaciones. Pero esas generaciones ya no están impasibles, no se callan ni aceptan lo que les quiera hacer tragar el sistema. Por suerte. En el Pazo da Cultura hubo gente muy joven con cosas muy interesantes por decir. Algunos contaron sus experiencias, otros sus proyectos de investigación, algunos sus quejas.
Queda un trabajo inmenso por hacer, pero hay gente muy buena que ya está en ello, y eso no es una moda, un capricho o una diversión: en todos los casos, pero especialmente para una sociedad como la nuestra, es una necesidad primordial.