Cada vez es más frecuente ver propuestas de rutas guiadas en Vigo. Sus rincones están llenos de historias apasionantes, unas verídicas, otras noveladas, y siempre se agotan las plazas en poco tiempo. Hay muchas ganas de conocer el pasado de la ciudad, o la visión que tienen de ella sus grandes intelectuales.
Este pasado sábado 9, el Concello de Vigo y Francisco Castro se han unido en un proyecto muy interesante: una ruta literaria basada en la novela ‘Tienes hasta las diez’, publicada en gallego en 2014 por Editorial Galaxia y en castellano en 2016 por Suma de Letras. La sinopsis de la obra es la siguiente:
“Antonio no daba crédito al correo electrónico que acababa de llegarle… Era de su padre, fallecido el día anterior”.
Así comienza ‘Tienes hasta las 10’, una emocionante historia de intriga y suspense en la que Francisco Castro construye una trama que contiene, a su vez, muchas historias diferentes. A través de correos electrónicos, cartas y otros tipos de pistas misteriosas y sorprendentes, el propio padre del protagonista después de muerto, o alguien que se hace pasar por él, va a forzarlo a investigar un suceso terrible del pasado que aún no ha sido resuelto.
Libros misteriosos, venganza desde el más allá, historias de amor que deben permanecer ocultas, todo un conjunto de tramas en una novela que recorre no solo la historia reciente de España y Galicia, sino también los corazones de los amantes que lo son de verdad».
Como en las buenas intrigas, en ‘Tienes hasta las 10’ es tan importante la resolución del enigma que motiva la trama (“¿quién está detrás de las pistas que le llegan a Toni y por qué?”) como la naturaleza de los personajes y el ambiente en que se mueven. Y estos dos últimos elementos tienen mucho que ver con Vigo.
El protagonista es hijo del director del periódico más importante de la ciudad y de la heredera de la empresa. Y el ambiente en que transcurre la historia es el Vigo del presente y el del pasado, el de la actual libertad de prensa (con los matices que sabemos que existen) y el de la censura franquista y la represión (que tuvo su momento más significativo en la huelga general de 1972). Toni y su padre han vivido realidades muy distintas y su relación de amor y admiración es el nexo de unión entre aquel pasado no tan lejano y nuestro presente bastante mejorable. El recuerdo de lo que ocurrió y las razones por las que aquellas personas arriesgaron todo cuanto eran y cuanto tenían son los pilares de lo que vivimos ahora, del Vigo en que estamos. Por eso la ruta de Francisco Castro ha sido tan valiosa.
Siguiendo sus pasos se recrean las hazañas clandestinas de aquellos editores y reporteros que publicaban lo que el Régimen no quería ver publicado, y que para conseguir que llegara a manos de la gente se jugaban su vida y la de sus familias. Antonio, el veterano director, fue uno de aquellos, y sufrió mucho por serlo, pero no pretende ser un héroe, ni reclamar medallas, ni amargarse por nada. Es alguien que asume lo que hizo como un deber hacia su profesión de periodista, como una responsabilidad hacia sus lectores, incluso en la peor situación política imaginable para la libertad, como es una dictadura militar. Porque, como cuenta Pérez–Reverte que le dijo su editor cuando él empezaba como reportero, «ante un periodista, es el poder el que debe tener miedo».La ruta ha visitado el lugar donde estaba el diario El Pueblo Gallego, o las imprentas secretas, pero también las calles donde viven los personajes de la novela y en las que van encontrando las pistas para resolver el misterio. ‘Tienes hasta las 10’ habla de otro tema fundamental, que es el amor a los libros y el papel que tienen estos en el desarrollo de la imaginación de un niño. ¿Qué sería de nosotros sin Robert Louis Stevenson, Jules Verne, Emilio Salgari, Karl May, Edgar Rice Burroughs, Robert E. Howard o Rafael Sabatini? Necesitamos a los piratas, los espadachines, los exploradores, los héroes románticos y sacrificados. Necesitamos a los locos que fabrican un submarino y se lanzan en busca de los tesoros de Rande, y necesitamos una ciudad que les reconozca su valía.
Este sábado hemos terminado la ruta delante de la estatua de Jules Verne, en el Náutico de Vigo, lanzando al aire la idea (nada descabellada) de que quizá algún día el puente de Rande se llame puente Jules Verne, en reconocimiento a la presencia de Vigo en una de las novelas más leídas de todos los tiempos. No es una mala propuesta.