Y ese tipo de infracciones, una vez más, queda impune. Es un buen momento para sugerir una policía de movilidad como la que hay en otras ciudades de España. Unas patrullas de la Policía Municipal que estén en continuo movimiento vigilando el cumplimiento de las normativas municipales. Seguro que resultaría muy rentable, puesto que tampoco se respetan las distancias de aparcamiento con respecto a los pasos de peatones ni en las rotondas, sin olvidar las dobles filas y muchas más cosas. Las normativas, aunque no tengan que ser excesivamente rígidas, están para facilitar la convivencia de todos, y su incumplimiento debe corregirse antes de que sea demasiado tarde y las ilegalidades se conviertan en costumbres.