Las instalaciones de El Pueblo Gallego estuvieron durante un tiempo desmoronándose, hasta que en su ubicación fue construida una plaza bautizada como “Praza do Pobo Galego”, y se construyó el edificio del Colegio de Arquitectos de Galicia en Vigo. La autoría del conjunto formado por la plaza y el edificio corresponde a los arquitectos Guadalupe Piñera y Jesús Irisarri. Y esa imagen de modernidad del entorno consiguió respetar la histórica taberna Eligio, aunque se llevó por delante otra taberna colindante y también muy recordada: La viuda.
En aquel Eligio de entonces había una barra alta, que aún se conserva, con una enorme caja registradora. Eligio, muy considerado por sus vinos y por sus queimadas, siempre iba ataviado con un mandilón azul y llevaba una jarra de loza blanca en la mano, llena de vino. Iba atendiendo a los clientes que apoyaban sus tazas blancas sobre los barriles mientras conversaban. Algunos degustaban las croquetas que hacía su mujer, que atendía la barra y la cocina.
En nuestros años jóvenes, nuestro grupo de amigos íbamos con frecuencia al Eligio y recuerdo que allí, entre los habituales, también estaba el pintor Lodeiro, cuya pintura siempre me ha gustado y me arrepiento de no habérselo dicho. Luego, con el paso de los años y el devenir de la vida, una compañera de carrera y buena amiga se casó, precisamente, con el hijo de aquel hombre que ya forma parte de la historia de Vigo y de Galicia.