Miguel de Cervantes Saavedra falleció en su vivienda de Madrid, conocida actualmente como la Casa de Cervantes, un 22 de abril de 1616, a causa de la diabetes, y al día siguiente —que es la fecha que pasó a la Historia— fue notificado el hecho y enterraron su cuerpo en el convento de las Trinitarias Descalzas. El escritor tenía un interés especial en descansar allí, en reconocimiento a la labor de los padres trinitarios, que habían hecho posible su liberación de Argel, en 1580, tras cinco años de cautiverio por parte de los corsarios berberiscos.
Con Shakespeare, el tema de las fechas es aún más complicado. No sabemos exactamente qué día nació, pero sí que fue bautizado el 26 de abril de 1564 en Stratford–upon–Avon, Inglaterra, por lo que algunas fuentes afirman que nació el día 23, más por la ilusión de que todas las cifras cuadren que por una base histórica real. Lo que está demostrado es que falleció el 23 de abril de 1616, a causa de la bebida, pero no el 23 de abril que conocemos ahora. La cuestión radica en el hecho de que, en aquel entonces, el calendario que se utilizaba en Inglaterra era el juliano, llamado así por haberlo introducido Julio César a partir del año 45 a. C.; mientras que en España y en otros lugares ya era oficial el calendario gregoriano, que a la postre han adoptado todos los países de nuestro entorno. Se había constatado, a partir del Concilio de Trento, que el calendario juliano, a pesar de su utilidad, había acumulado 13 días de retraso con respecto a las estaciones del año, por lo que no había más remedio que adelantar ese tiempo para igualar ambos. Así fue como se elaboró este nuevo modelo de calendario, nombrado en honor del papa Gregorio XIII, y que a la postre ha resultado definitivo. El hecho es que Shakespeare murió el 23 de abril, de acuerdo, pero el 23 de abril inglés de la época, que era el juliano, lo cual corresponde al 3 de mayo en el calendario gregoriano o actual.
La tercera figura a la que se le atribuye esta fecha como de su muerte es el escritor e historiador peruano Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega, y conocido como el «príncipe de los escritores del Nuevo Mundo». En realidad, tampoco podemos estar muy seguros de cuándo falleció, ya que se le atribuyen fechas entre el 22 y el 24 de abril de 1616, sin que podamos asegurarlo con rotundidad.
El 23 abril nacieron escritores famosos como la religiosa portuguesa Mariana Alcoforado, el premio Nobel de Literatura islandés Halldór Laxness, los franceses Maurice Druon y George Steiner, el alemán Dietrich Schwanitz, el americano James Patrick Donleavy y los españoles Juan de Loxa y Jorge Márquez. También en esa fecha fallecieron autores reputados como el alemán Friedrich Müller, el inglés William Wordsworth, el nepalí Bhanu–Bhakta Acharya, el francés Jules Barbey d´Aurevilly, la sueca Karin Boye, el colombiano Manuel Mejía Vallejo y los españoles Eugenio Noel, Edgar Neville, Josep Pla y Gerard Vergés.
En 1995, la Conferencia General de la UNESCO decidió nombrar el 23 de abril como Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, con la intención de fomentar la lectura y la transmisión de cultura, valores y libertad que supone. Desde el año 2001, a esta celebración se suma el nombramiento de la Capital Mundial del Libro, que comenzó siendo Madrid y ya ha pasado por ciudades tan significativas para la cultura universal como Alejandría, Turín, Ámsterdam, Buenos Aires, Bangkok o Atenas. Este 2020 le corresponde a Sharjah, capital del emirato árabe del mismo nombre y reconocida como capital cultural de los Emiratos Árabes Unidos. Se trata de una vibrante ciudad multiétnica de más de ochocientos mil habitantes, con una intensa actividad en relación con la cultura, una feria del libro de importancia internacional y un bellísimo Museo de la Civilización Islámica que alberga más de cinco mil objetos de valor histórico, tales como monedas, astrolabios, tapices o esculturas.
La celebración del Día Mundial del Libro ha ido ganando importancia dentro de la propia UNESCO y de la sensibilidad cultural de todo el planeta, por lo que año tras año se organizan más eventos en relación con esta fecha. En 2019 coincide también con el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, lo que servirá para recordar la importancia de la multiplicidad de lenguas como riqueza universal, vehículo de cultura y medio para conseguir la paz en el mundo. Solo mediante el reconocimiento de los pueblos y sus lenguas, con el respeto que se merecen, ganaremos en entendimiento y podremos compartir riqueza cultural.
En España la idea del Día del Libro es anterior a la de la UNESCO y con más solera. El escritor valenciano Vicente Clavel Andrés había fundado en 1916 la Editorial Cervantes, primero en su ciudad natal y después trasladada a Barcelona; y en 1923 fue nombrado vicepresidente primero de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. Pues bien, ya ese mismo año Clavel registró una propuesta para celebrar un Día del Libro Español, que obtuvo la forma de Real Decreto en 1926. Durante esos primeros tiempos, la celebración ya era anual y tenía lugar cada 7 de octubre, fecha en la que entonces se pensaba que había nacido Miguel de Cervantes —hoy tiene más peso la idea de que naciera el 29 de septiembre del año 1547, aunque esto tampoco es seguro, y de lo único de lo que tenemos constancia es de que fue bautizado el 9 de octubre en Alcalá de Henares—. A partir de 1930, el Día del Libro pasó definitivamente al 23 de abril, con parones debidos a la guerra civil. Esta celebración coincide con la más tradicional de Sant Jordi en Cataluña y San Jorge en Aragón, que consistía en que los caballeros regalaran una rosa a las mujeres que amaban. Actualmente se regala una rosa y un libro, para unir ambos festejos.
¿Y tú? ¿Qué vas a regalar este Día del Libro? ¿Cuál es el título o autor que piensas dedicarle a las personas a la que más quieres?
Hay pocos actos de amor más hermosos que entregar un libro y decir: «Toma, creo que te va a gustar mucho».