Sí y no. Porque en realidad el estudio estará listo en poco más de un año, según se desvela en el pliego de condiciones técnicas de la adjudicación. Otra cosa es el seguimiento del comportamiento hidrgeológico, que durará tres años.
El viernes Caballero dio dos ideas fundamentales en su intervención para entender lo que ha ocurrido: “La obra más importante para Vigo ya está en marcha tras cuatro años en un cajón” y “por ley tiene que recoger el ciclo completo del agua”. Por eso la duración del seguimiento de un contrato con dos partes: el estudio y el seguimiento.
Documentar los análisis será una cuestión compleja porque las exigencias de ADIF, recogidas en el pliego técnico del concurso, suponen trabajos de campo sobre un tramo de una longitud aproximada de 53,7 kilómetros en los que se ha previsto construir ocho túneles, sumando unos 43,2 kilómetros bajo tierra. Estos son: túnel de Piterira (solo vía derecha, 2.392 metros), túnel de Cangues (solo vía izquierda, 2.163 m.), túnel de Bugalleira (doble vía, 2.271), túnel de Presigueiro (doble vía, 2.278), túnel de Irixo (bitubo, un tubo por vía, vía derecha de 17.966 metros y vía izquierda de 17.950 m.), túnel de Os Campos (doble vía, 2.865 m.), túnel de O Galo (doble vía, 4.815) y túnel de Barro (bitubo, vía derecha de 8.455 metros y vía izquierda de 8.411).
Según la planificación técnica, “la mayor parte del riesgo de afección al medio hidrogeológico”, se indica, se produce en el ámbito de estos túneles. “No obstante, el estudio y el seguimiento deben extenderse al entorno de todo el tramo para conocer, controlar, corregir o descartar de forma adecuada y razonable las potenciales afecciones hidrogeológicas”, advierte el pliego. Se prevén “las afecciones de la construcción de los túneles sobre el medio hidrogeológico y de este sobre los propios túneles”.
Así, el plan marca hasta cuatro fases, de las que además la tercera va de principio a fin de los 36 meses. La primera fase, de “recopilación, evaluación y análisis de toda la información existente”, incluirá datos de las estaciones meteorológicas y de aforos del entorno. Dará paso a la campaña de prospecciones geotécnicas con propósito específicamente hidrogeológico. Ahí entrará la maquinaria de Sondeos Peñarroya para perforaciones “de gran diámetro en puntos estratégicos” y la colocación de piezómetros para medir presiones o niveles de agua y flujos subterráneos, perforación de pozos y numerosos ensayos de permeabilidad.
La tercera fase es de seguimiento de los pozos de abastecimiento público o privado, de manantiales, de acuíferos perforados por las obras y datos del clima (al menos, precipitación y temperatura). La cuarta y última aplicará los valores obtenidos a simulaciones de caudales y aportes de agua a los túneles. En resumen, cómo afectará la obra al ciclo del agua.
“Con la información recogida en la segunda fase, durante el primer año de desarrollo de la tercera fase y los resultados iniciales de la cuarta fase”, dice el pliego del gestor ferroviario, “se elaborará el Estudio Hidrogeológico final”. Después, el seguimiento, que incluirá “análisis del comportamiento hidrogeológico previsto y real de los acuíferos una vez ejecutadas las obras”.
Si el Gobierno de Rajoy, con Ana Pastor al frente de Fomento, hubiese licitado ese estudio, necesario por ley desde 2015, el AVE Vigo-Ourense por Cerdedo estaría ya en fase de Declaración de Impacto Ambiental, con independencia de que finalmente el Gobierno de España al frente estimase o no los siguientes pasos por cuestiones económicas.
Da idea de la dificultad de la futura obra en el tramo a estudiar el hecho de que entre 2009 y 2012, con una duración de tres años, las tuneladoras “Miñoca” y “Lebre” horadaron la entrada de la alta velocidad desde el valle de As Maceiras a Vigo, sufriendo retrasos sobre los plazos previstos por averías y problemas propios planteados por el terreno. Y eran 8,2 kilómetros.