En la fotografía puede observarse la enorme dimensión de las estancias que en otra época albergaron a muchas personas en los últimos años de sus vidas, y que luego sirvieron para dar cobijo a gente sin hogar, a necesitados, y a drogadictos. En los últimos años, ya con notables síntomas de abandonado, era un auténtico picadero y un lugar tétrico que curiosamente llamaba la atención de forasteros, que se asomaban a lo que antes fue una iglesia. Después, sin atreverse a profundizar en su incursión turística, salían rápidamente por donde habían entrado.
Varios incendios también contribuyeron a su deterioro, y las ratas ya tenían allí un gran campamento. Ya se sabe que no hay nada que dure eternamente, y el asilo y el barrio circundante, el histórico Barrio do Cura, se convertirán en una zona para privilegiados, pero de la que también disfrutará toda la ciudadanía viguesa, con nuevos servicios y con una imagen más agradable y más propia de la ciudad más grande e industrial de Galicia.