Mientras sigue buscando explicaciones se ha dejado por el camino 41.156 votos, a una pérdida media de 182 papeletas por semana desde que se anunció oficialmente que relevaba a Corina Porro como aspirante al bastón municipal.
Los números aplastan antes que cualquier palabra y laceran más que la crítica descarnada. Porque ni escapan a la simple vista ni hay fórmula magistral de laboratorio farmacéutico que los pueda enmascarar. Casi 52 meses después, cerca de las 226 semanas, Muñoz dice necesitar tiempo de reflexión y afirma que su mensaje “no ha llegado”. ‘Acta est fabula’, se anunciaba en la antigua Roma para indicar que la función teatral había concluido. La de Muñoz, también.
La peor versión de Corina Porro (municipales de 2003) captó en las urnas 52.598 votos y diez concejales, 3.028 votantes más que la suma de todos los ‘logros’ de Muñoz en 2015 (29.110) y 2019 (20.460). Hasta el domingo era Juan Corral el peor candidato del PP por número de votos cosechados (municipales de 1999), con 50.565 sufragios. Desde el domingo respira por fin: ha dejado el farolillo rojo, propio y también provocado por la desintegración del gobierno de Manolo Pérez, una amalgama de califas sin líder, para que lo soporte la exconselleira. Sí, la ‘popular’ necesita una semana para hacérselo mirar.
La ‘no llegada’ del mensaje de la, en el anterior mandato municipal, líder de los bancos de la oposición no supone más que un eufemismo. En las elecciones con más crecimiento y posibilidad de explotación de otros medios alejados de prensa, radio y televisión (internet y las redes sociales), Elena Muñoz ha sido aniquilada por la ecuación más sencilla: una persona es un voto y hay que conseguirlo cara a cara, día a día, con argumentos, sabiendo escuchar y esgrimiendo una buena dosis de cercanía. El mensaje del PP ha sido desestimado por quienes ejercieron su derecho al voto. No, no fue por no conectar con la ciudadanía, sino porque ni atrajo ni gustó ni convenció.
Elena se ha quedado sin Caballo de Troya con el que justificarse porque Vigo ha creído a su alcalde y no al PP. La ciudad ha prolongado cuatro años más el contrato con Caballero porque lo ha considerado el político más cualificado y, por segundo mandato consecutivo, le ha concedido la mayoría absoluta, más convencida todavía que en 2015. Caballero lleva desde mayo de 2007 en el despacho de la primera planta de Praza do Rei que ya es, por horas de trabajo en él, tanto o más su domicilio que su propio piso. La oposición lo ha tildado de populista, lo ha querido demonizar, le ha criticado cuanto hacía… y los electores le han dicho que no, que más bien todo lo contrario. Sí, llegados a este punto es necesario que Elena Muñoz medite el modo de dimitir.
La realidad es la que es. Caballero, lejos de desgastarse en el cargo tras una docena de años al frente del Concello, ha incrementado un 127% el número de votos para el PSdeG-PSOE en Vigo desde las primeras elecciones a las que concurrió (2007, 44.398 papeletas a favor), y en cada nueva cita electoral, ha subido tanto en porcentaje como en número de votantes. Es, en términos futbolísticos, ganar cuatro Champions seguidas y a cada edición que pasa con mayor facilidad.
Con tal exhibición de capacidad de trabajo del regidor, ¿cuáles han sido los pecados de Muñoz? Muchos y que tocan a todos los sectores de su partido. De ella misma, ser incapaz de entrar en las casas de los vigueses, donde Caballero es uno más de la familia, una cuestión de absoluto mérito. Nadie vota a quien no conoce. De la lista ‘popular’, su flaqueza, sin apenas experiencia en gobiernos municipales, enjuta de nombres atrayentes, valorados o conocidos. De su gestión, que ir de la mano de Feijóo en Vigo es sinónimo de derrota sonada, también del presidente, que no ganó ni en la mesa en que votó.
‘Acta est fabula’, también dijo César Augusto, hijo adoptivo de Julio César, en su lecho de muerte. Cuatro años tendrá ahora el PPdeG para buscar relevo a Elena Muñoz. Poco tiempo, ateniéndonos a que no se ve, por lo menos entre los populares de Vigo, ningún nombre que pueda hacer sombra al regidor (tampoco Javier Guerra). Escaso pensando en que Caballero sigue a un ritmo inalcanzable para los mortales. Ninguno si la Xunta no encuentra un modo de acercar posturas con el alcalde.
En fin, seis días ya para presentar la dimisión. Hay quien prefiere prolongar la agonía. Pero por gusto. Pues que así sea.
P.D.: Caballero será alcalde de Vigo en 2023, cuando se cumpla el Centenario del Real Club Celta. En agosto de ese año se celebrará la fecha concreta. En mayo de 2023, los siguientes comicios municipales.