Salvo ella, se veía venir y se daba por descontado que no avanzarían ni dos metros por la playa antes de caer bajo el fuego cruzado de los cañones de Caballero. Con la humillación ha perdido los galones y -comprensiblemente- las ganas de continuar, dejando la presidencia del partido en Vigo y renunciando a su acta de concejal, precipitando también la espantada de los veintisiete componentes de la candidatura del PP de Vigo, para dar paso a una gestora que, con Corina Porro al frente, pilotará la transición del partido.
Feijóo ha tirado de lo más granado de la reserva popular para intentar recuperar el mando en plaza o al menos avanzar posiciones de cara al próximo conflicto de las elecciones autonómicas, que se vaticina encarnizado. Así que Corina, a la vista del roto, ha asumido el reto y se ha puesto en marcha a toque de corneta, tomando decisiones desde el primer minuto, a sabiendas de la envergadura de la misión -casi imposible- en Vigo.
De su toque a rebato se ha constituido una directiva de mujeres que va a tener mucho trabajo para abrirse camino y multiplicarse entre el Consejo de los Veinte Concejales de Abel Caballero, que tiene recursos para hacerse todavía más omnipresente en las calles de la ciudad. El alcalde duerme tranquilo y bien arropado por los más de sus cien mil votos, pero tal vez también ilusionado porque -como a todo gran líder- siempre le gusta un buen rival. Y de momento por aquí no hay partido (Popular), nunca mejor dicho.