Y entre los vigueses sobre todo quedó la preocupación en la cabeza de nuestro alcalde, que tuvo que recurrir al gobierno central cuando Feijóo, una vez más, miró para otro lado.
Las soluciones de los técnicos al problema fueron tres: construir una nueva presa, darle más capacidad a la presa de Eiras o un realizar un trasvase desde el río Miño. Pero hace muy pocas fechas el gobierno Sánchez ha aportado una nueva solución, y es nada más y nada menos, que la construcción de una planta desaladora o desalinizadora.
Algunos siempre creímos que las plantas desaladoras eran viables para zonas secas de bajos niveles de lluvia como podía ser la zona costera de España, entre Castellón y Almería. Por eso se nos hace muy raro que una desaladora pueda ser la opción ideal para el suministro de agua a nuestra ciudad.
Cuando hablamos de desaladoras y el PSOE nos viene a la mente el escándalo de presunta financiación ilegal del PSOE en la Comunidad Valenciana. En ese dossier se habla de la actual presidenta socialista Cristina Narbona y de la Empresa Estatal de las Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed).
Desde esta tribuna no queremos decir que la idea de la desaladora viguesa tenga algo que ver con el (presunto) escándalo de los socialistas levantinos. Pero de todas formas no hay que olvidar aquel dicho popular que dice: «Piensa mal… y te quedarás corto».