Cuando fue tomada la fotografía, algunas personas le recriminaron y le recordaron la prohibición de llevar perros a esa playa, tal como se indica en un cartel grande y visible colocado en la misma playa, pero el hombre hizo oídos sordos y continuó con su paseo en dirección a la playa de La Fuente -oficialmente Tombo do Gato-, deteniéndose únicamente para que el animal hiciera sus necesidades.
Alguien llamó por teléfono a la Policía Municipal, pero la llamada, al cabo de varias señales, fue interrumpida al otro lado de la linea y el hecho quedó impune. No se trata de un hecho aislado porque ese paseo prohibido se repite con frecuencia, quizá todos los días. Se trata de una cuestión de sentido común y de respeto a los demás, sin embargo, cuando no existe ni una cosa ni la otra, es preciso que alguna autoridad competente le ponga freno y haga respetar la ley.