El primer ascensor que se instaló fue el que comunica la Rúa Menéndez Pelayo con la Avenida de las Camelias, y que ha sido —y sigue siendo— muy agradecido por todo el vecindario. Sin embargo, el mencionado ascensor presenta numerosas averías que tardan mucho tiempo en ser solventadas —a veces semanas— y que causan numerosos trastornos. Toda la vecindad coincide en que un ascensor de tales características debería ser lo suficientemente robusto para resistir el uso continuado. Si algunas de sus piezas presentan frecuentes averías, la casa que lleva a cabo el mantenimiento debería tener un excedente de piezas de repuesto para resolver los problemas y volver a ponerlo en servicio cuanto antes, lo contrario va en contra, sobre todo, de la propia marca del ascensor y de la empresa de mantenimiento. Y el propio Concello de Vigo debería tomar cartas en el asunto.