Entre algunas de sus páginas estaban conservados numerosos tréboles de cuatro hojas. Daba la impresión de que su dueña o dueño no había querido deteriorar el libro abriéndolo más allá de lo estrictamente necesario para guardar esas plantas de la suerte. Por circunstancias que desconozco, puede que por olvido o porque la persona que lo poseía ya falleció llevándose el secreto de su contenido, el libro fue a parar a esa librería de viejo en la que el azar quiso que cayera en mis manos, quizá como una señal de un futuro que siempre puede ser mejor, y debo añadir que sólo al precio de poco más de tres euros. Además, el tema del libro resulta de enorme interés y está magníficamente documentado.