Es como si en Francia los opinadores políticos atribuyeran los grandes resultados de la dinastía Le Pen de los últimos años a la influencia del Mariscal Pétain y de su primer ministro Pierre Laval, cuyo gobierno colaboró activamente con los nazis desde la ciudad de Vichy en la 2GM.
Por otra parte estos analistas tendrían que concretar a qué tipo de franquismo se refieren, si a «los camisas viejas» de la Falange, a los monárquicos donjuanistas o a los tecnócratas católicos del Opus Dei. Ver la relación entre estas familias franquistas y el señor Abascal me parece algo muy traído por los pelos.
Yo más bien creo que Vox ha arrastrado a clases medias golpeadas por la crisis y clases trabajadoras, que vieron cómo el PP de Rajoy huyó de todos sus postulados para no enfadar a la izquierda y a los medios, y a las que les preocupa que España pueda acabar como la extinta Yugoslavia.
Respecto a los resultados de Albert Rivera eran algo muy esperado porque la suya ha sido una dirección absolutista, que se ha caracterizado por dar un bandazo tras otro desde hace varios años. Pudo, hace unos meses, haber sido vicepresidente ahormando a Pedro Sánchez para hacer un gobierno moderado que hubiera sido bueno para España, pero perdió su oportunidad y a estas horas ya está fuera de la política.
Respecto al presidente Sánchez pese a haber perdido votos es un superviviente de la política que está atornillado a «su» Falcon modelo 900B como un nuevo rico cualquiera, y por poder disfrutar de su juguete volador y de las vacaciones en Doñana es capaz de cualquier cosa.
Políticamente el político socialista pretende, cuando disponga de los apoyos necesarios, eliminar la Monarquía e instaurar la III República para ser su primer presidente, con una nueva constitución hecha a su medida, mientras que territorialmente quiere un régimen no federal sino confederal, con convocatoria de referendums de autodeterminación para toda la región que lo pretenda, lo que devendría en una auténtica balcanización de España con los riesgos que eso supone.
El drama del PSOE es que quien manda y le marca el programa es el PSC catalán, que es tan separatista como la Esquerra pero se suele poner la careta de defender la Constitución. Mientras el partido socialista no se quite esta rémora de encima no será un partido útil para España.
Finalmente el PP de Casado, a pesar de la subida de votos y escaños, sigue siendo un partido acomplejado, con el sello impreso de Mariano Rajoy en la frente con el que se puede contar para muy poco.
Finalmente decir que cuando llegue un político valiente y sin complejos a la Moncloa podrá cambiar esta ley electoral infame, que echa a un gobierno tras otro en manos del chantaje nacionalista. Mientras esto no se produzca España no podrá salir de su laberinto.