Con muy pocos visitantes, puesto que no es un mes propicio para el turismo, y mientras el eficiente equipo de jardinería cortaba la hierba y arreglaba las jardineras, una auténtica nube de pequeños pájaros, en su mayoría gorriones, se desplazaba de un lado a otro buscando algo que comer. Cada vez que la máquina cortacésped avanzaba rodando con su ruido amenazante, los pájaros formaban una nube que volaba presurosa en dirección a los arbustos, donde se escondían mimetizándose con las hojas y las ramas. Luego, cuando el artilugio mecánico se alejaba y volvía la calma y el silencio, se formaba de nuevo la misma nube de pájaros cubriendo el césped como si fuera una alfombra, tal como puede observarse en la imagen. El conjunto de todo ello constituye una belleza natural que puede disfrutarse en ese entorno tan bello y singular como es el Parador de Baiona, así como en otros muchos lugares. Algo que debe preservarse.