Son una auténtica tentación y todo anima a comprar, aunque no sea indispensable para mejorar nuestra vida cotidiana: las luces, los colores, la música, las formas, incluso los olores y los sabores sugerentes. Realmente es difícil escapar de tantas tentaciones consumistas y no es nada fácil evitarlas.
Todo el conjunto de esos escaparates son ventanas donde se exponen las tentaciones, y además de los artilugios creados específicamente para vender, como es el caso del “Black Friday”, contribuyen a crear una epidemia muy contagiosa que resulta muy grave para algunas personas con adicción a las compras compulsivas, propicias a caer en esas redes, y al mismo tiempo entristecedora para quienes no pueden ni siquiera mantenerse con lo básico. Esta es, precisamente, una parte de la contraportada amarga de esa estampa de las compras de Navidad de la que nadie habla, porque no todo es tan maravilloso como se pinta.