Bilbao en los años 70 era un pozo negro literalmente. Recuerdo que cuando se viajaba por la zona se paraba en San Sebastián, pero Bilbao te lo saltabas porque no era una ciudad atractiva para el visitante.
La negritud bilbaína de sus edificios se debía por supuesto a su industria de altos hornos, unida a los astilleros y todo tipo de talleres auxiliares que acompañaban a la industria principal.
A esto se le unió en los años 80 una gran conflictividad laboral por la decadencia de aquel tipo de industria. Las imágenes en los telediarios de los trabajadores del astillero Euskalduna contra las fuerzas de orden pública escenificaban una ciudad en guerra. El conjunto de estas circunstancias que sufría la ciudad la abocaban a un futuro muy incierto.
Con el tiempo las autoridades, ya en la Transición, consiguieron cerrar los grandes problemas laborales y en aquella época las fuerzas vivas de la ciudad imaginaron un Bilbao a 25-30 años totalmente distinto, que es el que hoy podemos disfrutar. La ciudad industrial obsoleta y negra se iba a transformar en una nueva ciudad del conocimiento, de ocio y servicios avanzados y sobre todo limpia.
El proyecto del nuevo Bilbao (Ría 2000) se basó en el acuerdo total de ayuntamiento, Diputación Foral y gobiernos vasco y español para conseguir una ciudad renovada y para ello se manejaron presupuestos de cientos de millones de euros.
Poco a poco Bilbao comenzó a cambiar de imagen. La ría contaminada de color chocolate se transformó en una ría de aguas saneadas donde de nuevo podían vivir los peces. El nuevo barrio de Abando con el Guggenheim y el palacio de congresos Euskalduna fue la imagen del nuevo Bilbao.
Además del nuevo museo Guggenheim que personalizó el cambio bilbaíno, las grandes inversiones afluyeron para grandes proyectos como el transporte en los nuevos metro y tranvía, la mejora del aeropuerto, el nuevo San Mamés, arquitectura como la de la Torre Hiberdrola y todo tipo de nuevos equipamientos deportivos y culturales para el centro y los distintos barrios de la ciudad.
Cuarenta años después todavía hoy Bilbao continúa su labor de cambio y el penúltimo hito es la urbanización de la isla de Zorrozaurre en plena ría bilbaína, que permitirá el crecimiento de la ciudad. Hoy se puede aseverar que el proyecto del «Nuevo Bilbao» ha sido un éxito.
En la actualidad se conoce como el «efecto Guggenheim» el proceso de imitación de otras ciudades españolas que pensaron que solo se trataba de contratar un equipamiento caro de una estrella de la arquitectura para alcanzar el éxito de Bilbao.
En este momento a muchos se nos viene a la cabeza el proyecto de la Ciudad de la Cultura del señor Fraga en el monte Gaiás. El Museo Guggenheim costó sobre 80 M€, en las obras del monte compostelano ya van invertidos más de 300 M€ y todavía no está acabado porque en este momento se está construyendo su ¿último? edificio.
El megaproyecto de D. Manuel hasta ahora ha sido un caro fiasco y hoy los gallegos destinamos unos 20 M€ al año de nuestros impuestos para mantener semejante fracaso.
Pero así como el museo diseñado por Frank Gehry ayudó a volver a poner de nuevo a Bilbao en el mapa, otras ciudades que lo intentaron no consiguieron el efecto deseado.
Pero ahora ya se puede decir que Vigo ha abierto un nuevo camino en cuanto al marketing de ciudades. El alcalde Caballero desde que consiguió mayoría absoluta se embarcó en una campaña de «mercadeo» dedicándose a publicitar una gran campaña de ornamentación navideña que año a año iba «in crescendo».
Además de la propia instalación de las luces navideñas y escenarios anexos el éxito del alcalde vigués ha sido la chulería que acompañaba a los millones de leds, cuando fanfarroneaba midiéndose a las alcaldías de Tokyo, París o Nueva York. La llegada hace unas fechas a nuestra ciudad del corresponsal en Madrid del New York Times es la prueba del nueve que la campaña de D. Abel ha sido un rotundo éxito.
Pues bien, a los 12 años de llegar a la Alcaldía el señor Caballero ya ha conseguido poner a nuestra ciudad «en el mapa». Ahora Vigo, además de por el RC Celta, tiene una presencia mediática impensable hace unos años.
Navidades aparte, hoy es mucho más habitual que antes que Vigo sea nombrada en los canales de tv y en los diarios nacionales. Es más, ahora ya salimos claramente en el mapa del tiempo.
Y todo gracias a unas luces y una noria.