Lo primero que se encuentran los visitantes y cruceristas que llegan a la ciudad de Vigo es un pavimento deteriorado, como puede comprobarse en esta fotografía tomada hace sólo unos días. De igual modo ocurre con las losetas de algunas calles humanizadas por corporaciones municipales anteriores a la actual, en las que se utilizaron losetas de piedra que no soportan el tráfico rodado.
Cuando llueve con cierta intensidad, las calles de las zonas bajas, concretamente Colón, algunas zonas del Areal y del entorno de Balaídos, quedan anegadas por el agua que no tiene cabida en unas conducciones cuyo diámetro fue mal dimensionado, seguramente para reducir gastos con motivo de los agradecimientos.
Eran otros gobiernos municipales que ahora no tienen escapatoria ante unos hechos constatables como estos, y el gobierno municipal actual tiene que capear una situación que le ha llegado heredada y envenenada conjugándola con otras necesidades igual de apremiantes.
El entorno del paseo marítimo, que, por cierto, no es responsabilidad del Concello, debería estar impecable como una tarjeta de visita si la ciudad de Vigo fuera de verdadero interés para los responsables. Una vergüenza.