Ni más ni menos que el Real Madrid salvó al Celta de forma agónica. El empate del campeón de Liga ante el Leganés (2-2) permitió al equipo vigués salvar la categoría y lograr la permanencia con un rácano empate sin goles en Cornellá. Una salvación inmerecida y miserable, triste por las formas, por no conseguir marcar un gol a un conjunto que no se jugaba nada.
Un espectáculo absolutamente deplorable ante un equipo descendido, colista y con suplentes. Al conjunto vigués le temblaron las piernas, porque había miedo, mucho miedo, pero faltó también oficio, profesionalidad y calidad en muchas fases de un partido desastroso, en la línea del final de temporada.
Mallo, Brais, Mina, Beltrán, Bradaric… ninguno, nadie estuvo a la altura. Tampoco Aspas, que sacó su rabia en varias acciones, se salva de la quema. Un año más, otra salvación agónica y otra oportunidad para hacer un equipo, no solo contratar jugadores.
Y es que en el último despropósito de esta temporada la gran novedad en el once fue Pione Sisto, apartado hasta hace unos días. Con las numerosas bajas por lesión o sanción (Smolov, Nolito, Denis…), Óscar García recurrió al danés, que no jugaba desde el primer partido de la reanudación del campeonato ante el Villarreal. Atrás volvió Aidoo por un tocado Araújo y en el centro del campo Bradaric ocupó el lugar de Okay.
Contra toda lógica, el Celta salió a esperar. Prefirió saber antes qué pasaba en Leganés y el gol de Sergio Ramos permitió mantener la misma estrategia. Contemporizar y no arriesgar nada. Tampoco el Espanyol se lanzó al ataque, solo se jugaba la honrilla, así que fue haciéndose con el control casi sin querer. Las ocasiones escasearon y solo una falta lateral que sacó con dificultades Iván Villar rondó la portería viguesa.
Mina estuvo a punto de cazar una mala cesión de la defensa perica, pero la intensidad fue nula. La ruleta rusa con la que jugó el conjunto vigués toda la fase final del campeonato continuaba en su apogeo. El despropósito alcanzó cotas de surrealismo al filo del descanso. Gol del empate del Leganés y gol del Espanol, al unísono. El VAR anuló el tanto local al tocar el balón en el colegiado e impedir el despeje de Bradaric.
El susto y el paso por los vestuarios le sentó bien al Celta, que salió más enchufado, no más acertado. Fue un espejimo. El segundo gol del Real Madrid volvió a sentar muy mal. De nuevo temblaron las piernas y el Espanyol ganó metros para llegar al área de Iván Villar por una banda derecha en la que Mallo y Aidoo fueron un auténtico coladero.
Primer disparo a puerta de los celestes en el minuto 68, lo que habla claramente del bagaje ofensivo de un equipo que necesitaba el triunfo para evitar problemas. A raíz de ahí, tres llegadas seguidas del Celta mejoraron la cara del equipo en el tramo final.
De ahí hasta el minuto 96 fue querer y no poder. Traicionaron los nervios, pero también la capacidad para asumir situaciones de dificultad en un mundo profesional. Carlos Mouriño tendrá otro oportunidad para construir por fin un equipo, no solo una plantilla con buenos jugadores. Porque quizás no haya próxima vez.
Espanyol: Oier; Pipa, David López (min.80, Naldo), Cabrera, Didac; Pol Lozano, Marc Roca (min.80, V. Sánchez); Melendo (min.63, Vargas), Melamed (min.80, Pedrosa), Embarba; Wu Lei (min.72, Pedrosa).
Celta: Iván Villar; Mallo, Murillo, Aidoo, Olaza; Beltrán (min.87, Pape), Bradaric (min.78, Okay); Aspas, Brais (min.86, Gabriel Fernández), Sisto (min.88, Jacobo); Santi Mina.
Árbitro: Cordero Vega (Comité Cántabro). Mostró cartulinas amarillas a Bradaric, Olaza, Jacobo y Embarba.
Incidencias: Partido correspondiente a la 38 jornada de La Liga disputado en el Estadio de Cornellá.