En el paso elevado que accede a la Praza do Rei desde la Avenida das Camelias, en Vigo, ya ha aparecido un candado. Se trata de un candado como esos que llenan los puentes de muchas ciudades europeas, una costumbre auspiciada por el libro ‘Tengo ganas de ti’, de Federico Moccia, cuando sus protagonistas ponen un candado en el puente Milvio, en la ciudad italiana de Roma, sobre el río Tíber, lo que llaman “el candado de los enamorados” y que después de cerrarlo tiran la llave al río como prueba de amor eterno.
En este caso se trata de la ciudad de Vigo y no hay ningún río bajo el puente, en todo caso, los enamorados habrán tirado la llave a la calle y siempre quedará el recurso de recuperarla y abrir el candado. Pero, además de lo simpático y romántico del asunto, lo preocupante, como ocurre en otros países en los que esa costumbre de los candados se ha extendido como un reguero de pólvora, es la resistencia de la estructura de este puente que conduce al Concello de Vigo.
Esperemos que no cunda el ejemplo y que la ciudad de Vigo termine por convertirse en otra ciudad del amor, con miles de candados en ese pasadizo elevado que, previsiblemente, terminaría derrumbándose. Pero ese candado, que pasa inadvertido ante los cientos de personas que circulan a diario por ese puente, no deja de ser un toque romántico en una ciudad industrial y bulliciosa como Vigo.