En el momento de escribir estas líneas todavía no está claro quién será el 46º presidente de los Estados Unidos de América. En principio, casi todo apunta a Joe Biden, del Partido Demócrata y de setenta y siete años de edad. Sin embargo, Donald Trump, de setenta y cuatro años y del Partido Republicano, también cuenta con el apoyo de un enorme grupo de votantes, y lo sorprendente es que esos votantes engloban todo el espectro social: ricos, trabajadores, hispanos e incluso negros. Para el resto del mundo, desde la distancia, el Partido Demócrata y el Partido Republicano de los Estados Unidos son muy parecidos, sólo se aprecian sutiles diferencias, aunque los estadounidenses, que los ven más de cerca, perciben claras diferencias.
A pesar de los datos que va generando el escrutinio, que no están perfectamente claros y que terminarán desembocarán en un resultado muy ajustado, Donald Trump no está decidido abandonar la Casa Blanca pacíficamente en caso de que la balanza de los votos le sea contraria. En caso de perder estas elecciones, Trump se vería de nuevo en la calle como un ciudadano de a pie y la justicia podría echarle el guante. Recordemos que Donald Trump ha tenido problemas con el fisco por haber evadido el pago de impuestos durante años, además de haber utilizado dinero de la campaña para silenciar a una de sus amantes, lo cual constituye una ilegalidad.
Trump ha llegado a la presidencia con el apoyo de una mayoría de votantes. Luego de abundantes críticas durante su mandato, lo cierto es que hoy sigue manteniendo casi tantos votantes como antes. Unos votantes que seguramente no dicen abiertamente su voto, pero que no lo dudan cuando introducen la papeleta en la urna.
Joe Biden, por su parte, ha ido ganando terreno poco a poco, peldaño a peldaño, como alternativa al presidente más controvertido de los Estados Unidos de América, intentando dar una imagen de estar en forma cuando la realidad es que le falta poco para cumplir ochenta. Aun así, tampoco ha conseguido una gran diferencia como para tener las cosas claras.
La realidad es que Estados Unidos está debatiéndose entre dos hombres casi seniles de los que dependerá el país más poderoso de la Tierra. Lo que nadie se explica es que, teniendo la mejor tecnología, presente tanto retraso e incertidumbre en el recuento de los votos. A este paso los chinos le ganarán la partida.