Se cumplen hoy 133 años de la muerte de Doc Holliday, una de las grandes leyendas del Viejo Oeste, inmortalizado por la literatura y sobre todo por el cine. El duelo en O. K. Corral es uno de los episodios más conocidos entre aquellas historias de pistoleros, tahúres y bailarinas de saloon. Sin embargo, Holliday no murió en ningún tiroteo, sino en la cama de un hotel, por culpa de la tuberculosis.
Hoy en día resulta difícil desentrañar qué es cierto de las muchas biografías que ha habido de Doc Holliday y qué fue invención del autor. Unos cuentan que nació con labio leporino, que tuvo que ser operado de niño y que sufrió un largo proceso de rehabilitación del habla. Se le achacan decenas de asesinatos y trifulcas que no están documentadas. Su participación en el enfrentamiento de O. K. Corral fue magnificada hasta construir una leyenda. Incluso fue dado por muerto en más de una ocasión.
Sabemos que se llamaba John Henry Holliday, que era natural de Griffin, en el estado de Georgia; que su padre luchó en la Guerra de Secesión americana, donde adoptó a un niño llamado Francisco, que fue quien le enseñó a disparar; y que su madre y su hermano adoptivo murieron de tuberculosis cuando él tenía quince años. Eso le marcó profundamente, igual que el hecho de que su padre se volviera a casar. Pronto se marchó de casa y se convirtió en doctor en cirugía dental por la Universidad de Odontología de la Universidad de Pensilvania. Una vez que obtuvo el título, nunca volvió a vivir en Griffin.
Trabajó como dentista en Atlanta, pero pronto empezó a sufrir tos persistente y hemoptisis —sangrado proveniente de las vías respiratorias—, que llevaron al diagnóstico inevitable de tuberculosis. Los médicos achacaron el contagio a su madre y apenas le dieron unos meses de vida, pero Holliday aún duró quince años más, en los que lograría hacerse un nombre.
Decidió que el clima seco y caliente le vendría mejor a sus pulmones y se mudó a Dallas en septiembre de 1873. Algunas fuentes afirman que ese cambio tan drástico de domicilio también tuvo que ver con un tiroteo en el río Suwannee en el que Holliday pudo haber matado a tres jóvenes negros por disputarse la zona de baño, pero esta es otra de las historias sin confirmar que adornan su pasado.
Lo cierto es que abrió una clínica dental en Dallas, pero nunca tuvo mucha clientela, debido a que su llamativa tos los espantaba, así que pronto se dedicó al juego de manera profesional. Descubrió que tenía una gran habilidad para jugar a las cartas y para meterse en líos, de los que con frecuencia tenía que salir a punta de pistola, y eso hizo que ganara mucho dinero y que tuviera que mudarse con asiduidad. Estuvo en Denison, Denver, Cheyenne, Kansas, Texas y en la legendaria ciudad de Deadwood, en Dakota del Sur, a donde la fiebre del oro condujo también a otras figuras del Salvaje Oeste, como Wild Bill Hickok —que encontró la muerte en uno de sus saloons, como ya comentamos en otro artículo— y Calamity Jane.
Holliday iba siempre un paso por delante de la Justicia y acompañando al Ejército en sus puestos fronterizos, que avanzaban un poco más cada vez en dirección al Oeste, conquistando territorio virgen. En 1877 se estableció en Fort Griffin, Texas, una aldea que había crecido a los pies de la colina que ocupaba el fuerte militar del mismo nombre, y donde los soldados procuraban repeler a los comanches y kiowas de la región. En principio había sido un pueblo tranquilo, pero enseguida acudieron los cazadores de búfalos y con ellos los tahúres, las prostitutas y los pistoleros. Allí Holliday volvió a trabajar como dentista y pronto conoció a dos personas que le cambiarían la vida: Mary Katharine Horony —apodada Kate la Narizotas, una corista y prostituta de origen húngaro con la que estuvo relacionado de manera discontinua durante años— y Wyatt Earp —famoso sheriff en diversas localidades, reputado por su extrema dureza en la ejecución de la ley, en una época y territorio donde las únicas leyes provenían del revólver—. Earp convenció a Holliday de que lo acompañara a vivir a Dodge City, donde iba a ser nombrado ayudante del sheriff local, y este finalmente accedió y trasladó allí su clínica dental, no sin antes protagonizar un par de altercados violentos en Las Vegas por los que decidió poner tierra de por medio.
Fort Griffin y Dodge City son los últimos lugares en los que existen evidencias de que Holliday siguiera trabajando como dentista, y sabemos que en esos años llevó una vida más o menos tranquila y pacífica. Pero su espíritu se negaba a mantenerse dormido e, igual que muchos otros aventureros de su tiempo, soñaba con seguir viajando hacia el Oeste, para conocer rincones que aún no hubieran sido colonizados.
En 1879 Wyatt Earp se trasladó a Tombstone, Arizona, junto a su amante, la prostituta Mattie Blaylock. Su intención era convertirse en granjero, pero no tuvo ocasión. Con él viajaron sus dos hermanos, Virgil y Morgan, y también Doc Holliday con Kate la Narizotas —que justamente abrió el primer burdel que hubo en la ciudad—. La vida en Tombstone era mucho más dura de lo que habían conocido aquellos sheriffs, con frecuentes tiroteos y forajidos que imponían su ley, entre ellos Billy Claiborne, Ike y Billy Clanton y Frank y Tom McLaury. El enfrentamiento entre ambos grupos se veía inevitable.
El detonante de la pelea fue el robo de una diligencia, de lo cual Kate la Narizotas culpó a Doc Holliday y este tuvo noticias de que Ike Clanton la había emborrachado para convencerla de que acusara a su amante. Holliday quiso matarlo y Clanton suplicó que lo perdonara. Pero, a lo largo del día 26 de octubre de 1881, Ike Clanton buscó el apoyo de su hermano Billy, de los McLaury y de Billy Claiborne, y todos juntos se dirigieron hacia Tombstone. Los Earp, conscientes de esta noticia, fueron a su encuentro y los abordaron en un corral de ganado conocido como O. K. Corral, un terreno yermo que pertenecía a C. S. Fly. Allí todos descargaron sus armas y el verdadero duelo no duró más de treinta segundos. Los McLaury y Billy Clanton murieron como consecuencia de los disparos, mientras que Virgil y Morgan Earp y Doc Holliday resultaron heridos.
Poco después se celebró un juicio, en el que declararon que los Earp y Holliday habían actuado según marcaba la ley. Pero Ike Clanton llevó a cabo su propia venganza, por la que mató a Morgan Earp y dejó gravemente herido a su hermano Virgil.
Wyatt Earp tomó el asunto como una cuestión personal, rompió todos sus lazos con la justicia y se dedicó a perseguir a los culpables de los males que había sufrido su familia y matarlos uno por uno. Doc Holliday lo acompañó, después de abandonar definitivamente a Kate la Narizotas, que cada vez bebía más y la relación entre ambos se había vuelto turbulenta.
Después de la matanza sistemática de los hombres de Clanton, que la Historia ha denominado «la cabalgata de Earp», Holliday se separó de su viejo amigo y se dirigió a Colorado. Era 1887 y la tuberculosis había avanzado mucho. Cada vez bebía más y consumía más láudano, y por ello cada vez podía menos jugar a las cartas y salir con bien de un tiroteo. Finalmente buscó una habitación en el hotel Glenwood, en el pueblo de Glenwood Springs, en Colorado, famoso por sus aguas sulfurosas. Allí fue donde murió.
Existen muchas leyendas acerca de cómo tuvo lugar. Unos afirman que Wyatt Earp lo cuidó en sus últimos días, otros que fue Kate la Narizotas. Algunos cuentan que Holliday se rio del hecho de que fuera a morir sin sus botas, después de tantos tiroteos de los que había escapado con bien, y que sus últimas palabras fueron: «Maldita sea, esto es divertido».
Lo único seguro es que tenía 36 años. Está enterrado allí mismo, en el cementerio de Glenwodd Springs, donde se puede ver una lápida en su honor.
La figura de Doc Holliday se convirtió en legendaria entre todos los grandes nombres del Salvaje Oeste. Sus habilidades como tahúr y su amistad inquebrantable con Wyatt Earp constituyen los dos elementos clave de su historia, que ha aparecido en numerosas películas de Hollywood. Además, cada año se celebra una fiesta en Griffin, Georgia, su ciudad natal, con motivo de su cumpleaños.
Doc Holliday fue un jugador de cartas, un pistolero, un dentista y un temerario, en un tiempo en el que todavía quedaban territorios por descubrir y ciudades por levantar, una época en la que los espíritus libres eran incapaces de mantenerse quietos en un solo sitio y necesitaban vivir aventuras continuamente. Y aun así murió en una cama, a causa de la única bala que no pudo esquivar.