La apertura de la A-52, que rebajó la cota de altura de su trazado en 500 metros para evitar la nieve, hace que hoy en día muchos de los conductores casi ni se acuerden o incluso, no hayan ni siquiera llegado a conocer, el Alto de Fontefría en sus viejos tiempos.
Tiempos de utilizar cadenas, de quedarse atascado y dar la vuelta, de esperar a la quitanieves en una espera que se hacía eterna, de circular con mil ojos puestos en la carretera y mil pensamientos dirigidos a San Cristóbal que, dicen, protege a los que van al volante.
Hoy, con una catalogación de carretera nacional pero un tráfico reducido al de una vía provincial, Fontefría ya no es lo que era, por lo menos en lo que a circulación se refiere.
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Pero, lo que por un lado te quitan por otro te lo dan. Esa misma disminución del tráfico convierte todos los años al Alto, con las primeras nevadadas, en el lugar preferido por los vigueses y vecinos del Condado y A Paradanta, para disfrutar de la nieve.
Es cierto que no se ven esquís, ni telesquí, ni telesilla, ni cafeterías… y que por no haber no hay ni un chiringuito. Hay, sin embargo, plásticos a modo de trineos improvisados, muñecos de nieve por todas partes y risas, sobre todo, muchas risas de los más pequeños que son los que mejor lo pasan.
Fontefría no es una estación invernal, es cierto, pero es «nuestro» punto de encuentro con la nieve que, de momento, todavía es gratis y para disfrutarla sólo hacen falta ganas.