En la imagen puede observarse a unos perros que están disfrutando a un lado de la alambrada mientras al otro lado está un pequeño perro subido a un banco de piedra que permanece en actitud aburrida. De vez en cuando el chucho les dirige una mirada desinteresada a los demás, pero no se inmuta. Los otros, por el contrario, juegan y corren de un lado para otro.
Curiosamente, el pequeño perro está en el lado de lo que podríamos llamar libertad, porque los demás están confinados en una zona alambrada y específica para perros, un gran rectángulo provisto de doble puerta de seguridad, para que no se escapen. La fotografía está tomada en el parque de la Rúa Coruña, en Vigo, en lo que se conoce como parque canino da Praza García Picher. Se deduce que los confinados están muy felices, lo contrario del perro que está en libertad.
Todo esto da mucho que pensar e incluso se podría aplicar a muchas situaciones de la vida cotidiana: cuánta gente hay que no es capaz de apreciar y gestionar su propia libertad. Casi resulta un problema filosófico. Sin embargo, la libertad sigue y seguirá siendo un enorme tesoro que no todo el mundo aprecia cuando la tiene.