Hace ahora medio siglo nacía un coche que revolucionó el sector de los utilitarios: el Citroën GS. Lanzado en Francia en 1970, en Vigo comenzó a fabricarse en 1971. Y se convirtió en un nuevo éxito de la factoría de Balaídos, batiendo todos los récords de producción. Casi 400.000 unidades salieron del polígono de Zona Franca hasta el año 1986, superando así las 280.000 del 2CV, el popular ‘Dos Caballos’. Un éxito semejante no se volvería a ver en Vigo hasta la aparición de la furgoneta Citroën C15 y del pequeño AX, que ya a finales de los años noventa rayaron el millón de unidades montadas.
“Un coche que empieza donde otros acaban”, decía la publicidad del lanzamiento, con un anuncio en que un GS circulaba sin una de sus ruedas traseras. Era el milagro de la ‘suspensión hidroneumática’ que la marca Citroën había incorporado antes a su exclusivo modelo ID/DS ‘Tiburón’, una tecnología de élite que ahora llegaba al segmento familiar. Y aquello fue una revolución.
A partir de 1971, comenzaron a salir de Vigo las primeras unidades del GS, que sorprendían porque, al poco rato de apagar el motor, el coche prácticamente se posaba en el suelo. Había una pequeña palanca para subir o bajar la suspensión y un popular anuncio de la televisión hablaba del ‘test de la ceniza’, en la que un pasajero se fumaba un puro por una carretera de montaña sin que se le cayese ni una mota.
Para el diseño, Citroën había contratado al mejor diseñador de su época, el francés Robert Opron, que ya había deslumbrado con el Citroën SM, considerado todavía hoy como una obra maestra del estilismo en el automóvil. En su misma línea, Opron incorporó al GS faros integrados y una línea afilada, mientras en el interior había un extraño volante con el eje inclinado, una lupa en el salpicadero que aumentaba el velocímetro y un montón de detalles en los ceniceros y el salpicadero. Además, el motor se refrigeraba por aire, toda una rareza cuando la gente viajaba siempre con una garrafa de agua en el maletero.
Pero al GS no sólo lo recuerdan sus conductores. También los miles de obreros vigueses que fabricaron, desde 1971 a 1984, un total de 385.755 unidades. El modelo inicial tenía tres versiones: Special (básico), Club (intermedia) y Pallas (la de lujo). Años más tarde, llegaría el modelo de cinco puertas, con un portón trasero que estilizó todavía más su línea. También incorporó la quinta marcha, pasando a llamarse Citroën GSA a partir del año 1979.
El GS, que fue Coche del Año en Europa en 1971, no debe confundirse con el posterior CX, un vehículo de más lujo que apenas se construyó en Vigo cuatro años, desde 1976 a 1980, entregando poco más de 17.000 unidades.
La anéctoda del CX en Vigo es que tuvo una versión de la que sólo se construyó una unidad en la factoría de Balaídos. Es el único caso registrado. Fue en el año 1977, cuando se produjo este coche en su versión de lujo (Citroën CX Prestige) para entregárselo a Juan Carlos I, en una ceremonia en el Palacio de la Zarzuela el 11 de febrero de 1978. Podemos imaginar la infinidad de aventuras reales que habrá vivido ese coche en los primeros años de la fecunda monarquía del hoy rey emérito.
Pero volvamos al GS, que fue sustituido en 1984 por el Citroën BX, un poco mayor, más moderno y del que se fabricaron en Vigo 222.325 unidades, sin alcanzar el éxito de su predecesor.
Ahora, se cumple medio siglo de aquel coche que parecía flotar en el aire. Era el Citroën GS, que también es historia de Vigo.
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