El 4 de septiembre de 1982, Diego Armando Maradona jugaba contra el Valencia su primer partido oficial con el F.C. Barcelona. Y marcaba su primer gol en Liga. Pero medio año antes, el 18 de marzo, La Maradona era detenida en Vigo, junto a otros tres pandilleros, acusada de atraco a mano armada. Se llamaba Eduarda, tenía sólo 15 años y ya lideraba la Banda da Ferrería, un grupo de delincuentes juveniles que logró aterrorizar al Vigo de los primeros años 80. Su apodo se debía a su estatura y su cabellera: decían que La Maradona se parecía al ‘pelusa’.
“Cuatro jóvenes, de edades comprendidas entre los 15 y los 20 años, han sido detenidos en Vigo como presuntos autores de diecisiete robos a niños en esta ciudad”, explicaba un diario local en aquella crónica de 1982. “Según información facilitada por la Policía Judicial, esta banda de jóvenes se dedicaba a sorprender a niños de 11 a 13 años y, aprovechándose de la poca resistencia que ofrecían, les arrebataban las cadenas de oro del cuello por el procedimiento del tirón, mientras los sujetaban”.
Según el diario, la banda de La Maradona había conseguido “un botín de más de 400.000 pesetas” sólo en lo que iba de aquel año recién estrenado. Aún faltaban algunos meses para que Naranjito saltase a Balaídos para recibir a Camerún, a Italia, a Polonia y a Perú. Y para que Diego Armando debutase con Argentina en Barcelona, donde poco después del Mundial ’82 se convertiría en el fichaje más caro de la historia del fútbol, al abonar los culés 1.200 millones de pesetas de la época. Sí, hemos hecho el cálculo: son 3.000 veces lo que la otra Maradona y su banda llevaban afanado en calderilla y cadenas de oro en el primer trimestre de aquel año.
Porque 1982 fue muy importante tanto en la vida de Diego como en la de Eduarda. “Probé la droga por primera vez en Europa en 1982”, confesó Maradona en un reciente documental. La viguesa, por su parte, se crío entre la droga misma, en una época terrible en la que el ‘caballo’ arrasaba Vigo, una ciudad castigada por la crisis económica y la reconversión industrial.
“Eduarda era el clásico producto de una época”, asegura un policía que vivió aquellos años: “La Herrería era un barrio totalmente degradado: prostitución, tráfico de drogas, los servicios sociales casi eran ciencia-ficcción… y los hijos de aquellas familias se dedicaban a la delincuencia desde niños”.
Películas como ‘Perros callejeros’, ‘Deprisa, deprisa’ o ‘Navajeros’ entronizaban al Vaquilla, al Jaro, al Torete… antihéroes de barrio que salvaban el pellejo como un Tom Cruise de chapa: escapando del atraco con un puente a un 124. Aquellas películas siempre acababan mal, como le sucedió a Eduarda.
Del 82 al 84, Eduarda y la banda da Ferrería continuaron con sus fechorías. La hemeroteca recoge reuniones de los padres de colegios e institutos del centro urbano, pidiendo protección policial. En mayo de 1983, hubo una manifestación en la Gran Vía, de padres cortando el tráfico y pidiendo seguridad ante la delincuencia juvenil, que llegó a estar desbocada.
En Coia, en la calle Marín, o en Teis, en la zona de Bichita (denominada así en honor al western ‘Wichita, ciudad sin ley’), otras pandillas multiplicaban la llamada ‘inseguridad ciudadana’: asaltos a farmacias, atracos, tirones, robos con fuerza…
Eran constantes los ingresos en urgencias por heridas de arma blanca. Y, a veces, había también muertos. El 29 de mayo de 1987, provocó una conmoción en la ciudad el asesinato de Ángel Novoa Vázquez, de 28 años, asesinado a puñaladas por un niño de 14 años en pleno centro de Vigo. Se había enfrentado al chaval porque le había robado su cazadora. Le acompañaba su hija de cuatro años, que fue testigo del crimen. Quien quiera recordar esa época con nostalgia, que se olvide: aquello no fue ninguna broma.
Todo venía de un problema social gravísimo. En la España de 1983 había 2,2 millones de personas sin empleo y solo el 27 % tenía acceso a una prestación. El 60 % de los parados eran menores de veinticinco años que nunca habían trabajado. La mayoría de ellos no tenían preparación alguna: el 25 % de los chavales de catorce y quince años en 1979 no tenía acceso a la escolarización. Simplemente, no había plazas suficientes en los colegios. La edad laboral estaba en los dieciséis y la penal en los catorce. La aparición de la heroína terminó de prender la mecha de aquellos tiempos terribles.
En Vigo, mientras el Gobierno prometía convertir la ciudad en Zona ZUR (Zona de Urgente Reindustrialización), la realidad era el cierre de astilleros, fábricas y una conmoción económica, que castigó especialmente a zonas obreras, polígonos construidos sin servicios y para acoger a los obreros llegados del rural. El colapso social estaba abonado.
Así tenía que aparecer un fenómeno como La Maradona, que incluso tuvo su momento futbolístico. En el año 1987, cuando el Celta se jugaba el ascenso a Primera, el concejal Antonio Nieto Figueroa ‘Leri’ consiguió fletar un tren para que el celtismo se desplazase a Riazor gratis, en las últimas y decisivas jornadas. Al poco de partir el convoy, desde los vagones de cola comenzaron a llegar rumores de que la banda de la Herrería estaba en el tren. “Fueron atracando, uno por uno, todos los compartimentos hasta que llegamos a Coruña”, cuenta Xavi, testigo del momento. “Lo bueno es que cuando llegamos, se fueron a explorar Coruña por primera vez, a abrir un nuevo mercado y salieron a atracar a la gente… no aparecieron hasta el final del partido, la Maradona especialmente contenta… Además, ganamos y hasta volvieron festejándolo”.
La Maradona y su banda terminaron en la cárcel, al igual que muchos otros famosos delincuentes de la época. Todavía allí, dentro del talego, se vivía la misma tensión que en las calles. En 1985, en la prisión de la avenida de Madrid, un motín de más de 12 horas paralizó los informativos en toda España, mientras tres reclusos la emprendían a tiros con los funcionarios. Eran Tito de Matamá (Alejandro Casal Iglesias), de sólo 19 años. Y, junto a él, José Fernández Gómez, El chuti, de 20 años. Ese era el panorama de la joven delincuencia de los 80.
Eduarda falleció en prisión, víctima de una enfermedad que también se cebó con aquella generación. Había nacido en el barrio de A Ferrería en 1967, hace ahora algo más de medio siglo. Comenzó su fama en 1982, aquel año en que llegó el Pelusa… La llamaban La Maradona. Es historia de Vigo y hoy la recordamos…
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