Están a punto de popularizarse los detectores de pureza del aire que respiramos en nuestras casas y en los emplazamientos de nuestros quehaceres diarios. Son instrumentos de coste reducido que nos indican, fundamentalmente, la concentración de CO2 (dióxido de carbono) y que en algunos modelos incluyen el total de los compuestos orgánicos volátiles, el contenido de formaldehído, o incluso la cantidad de CO (monóxido de carbono).
Por un coste que está entorno a los treinta euros se puede disponer de un instrumento como el que muestra la fotografía y que nos indica la pureza del aire que respiramos. No hace falta disponer de conocimientos técnicos, pues una vez introducidos los valores límite de cada parámetro (pueden encontrarse fácilmente en internet), un icono en la parte inferior de la pantalla indica las condiciones del aire. De este modo, cuando la concentración de CO2 supera los 1000 ppm (partes por millón), que es un límite orientativo para los interiores, entonces es conveniente airear las habitaciones.
Para que el aire sea considerado limpio en el exterior los valores de CO2 oscilan entre los 360 ppm y los 700 ppm. También existen instrumentos similares que actúan automáticamente sobre ventiladores, de tal modo que la ventilación mecánica entra en funcionamiento cuando los valores lo aconsejan, un método muy indicado en estos momentos para aulas, oficinas y hospitales. El muestreo que indica el aparato de la fotografía, colocado al aire libre en un balcón, acusa una ligera polución en una calle céntrica de Vigo donde el tráfico rodado es intenso.