La barandilla de un bajo comercial desalquilado del histórico edificio «O Moderno», ubicado en la viguesa Porta do Sol, ha servido para colocar un tendal que ha llamado la atención de todos los viandantes menos de quienes tendrían que vigilar el cumplimiento de las normativas municipales, que en el momento de tomar la fotografía todavía no se habían percatado de la sensación tan paupérrima, desabrida y poco acogedora de nuestra ciudad, que producía dicha estampa. Pero no se debe obviar que resulta muy delicado el referirse a la mala imagen de la pobreza y mendicidad en el centro de las ciudades sin dar lugar a la polémica. Ciertamente, se trata de un infortunio del que nadie está libre y que merece una buena dosis de solidaridad por parte de todos, sobre todo en estos tiempos. Sin embargo, y sin menoscabo del respeto que merecen quienes padecen esa difícil situación, tampoco se puede consentir que se apropien en exclusividad de los lugares turísticos por excelencia y que perjudiquen una fisonomía que luego repercute negativamente, sobre todo, en el sector hostelero, una fuente de trabajo y riqueza que no es nada despreciable. Quienquiera que haya tomado esa barandilla como tendal debiera ser informado de la existencia de otros lugares y de otras soluciones para su colada. ¿O acaso a usted no le importaría que ocurriera esto en su casa?