El gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez es el primero en la historia reciente de España, el primero en la etapa democrática actual, porque hasta ahora nunca hubo una coalición de partidos dirigiendo el destino del país. Nadie puede dudar que a este gobierno le han tocado unos tiempos singulares y difíciles en los que la pandemia del Covid19 ha provocado profundos cambios sociales y económicos, una influencia negativa que afecta a todos los países, no sólo a España.
Al cabo del primer año de este gobierno de coalición, Pedro Sánchez acaba de hacer balance coincidiendo con el comienzo de las vacunaciones masivas contra el Covid19, y unos días antes del anuncio de Salvador Illa —hasta ahora ministro de Sanidad— como candidato del PSC a la Generalitat, mientras se rumorea que Miguel Iceta, que ocupaba ese puesto, se hará cargo de alguna cartera ministerial.
A este gobierno, legalmente elegido de un modo democrático en las urnas, le han llovido las críticas de un modo torrencial desde el principio de su toma de posesión. El día 7 de enero de 2020, cuando finalizó el recuento de votos en el Congreso de los Diputados para otorgar la confianza a Pedro Sánchez, que consiguió por mayoría simple en segunda vuelta, los diputados se levantan de sus escaños con mayor o menor satisfacción según el color político, y los medios de comunicación abordan rápidamente a los protagonistas. Cuando entrevistaron a Pablo Iglesias, socio indispensable para que el gobierno de coalición se convirtiera en una realidad, le dedicó unas palabras a Pedro Sánchez a través de los micrófonos de los periodistas mientras las televisiones graban las imágenes para la posteridad: “Pedro, no nos van a criticar por lo que hagamos, sino por lo que somos”. Y yo estoy totalmente de acuerdo con esa frase, que se ha ido confirmando y día a día.
Durante el primer año de gobierno, y al margen de los lógicos desencuentros de cualquier coalición en la que existen lógicas diferencias políticas, se han conseguido enormes e indiscutibles avances, a pesar de las dificultades derivadas de la pandemia y de las zancadillas de la oposición.
En el haber de este primer año de gobierno están, entre otros logros, el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética; el Real Decreto-ley por el que se establece el ingreso mínimo vital; el Proyecto de Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia; el inicio de la tramitación del Anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía de la Libertad Sexual; la moratoria para los desahucios; la protección para evitar la venta a pérdidas de los agricultores; la eliminación del despido por baja médica; la actualización de las pensiones según el IPC; la tramitación de impuestos a las grandes tecnológicas; la nueva ley educativa; y la Ley de la Eutanasia. Está claro que la cuenta del haber, lo que se ha hecho para el beneficio de toda la ciudadanía española, es suficientemente abultada como para darle una nota brillante al gobierno presidido por Pedro Sánchez.
A pesar de los brillantes logros, los componentes de esta coalición de gobierno son de izquierdas y se viene cumpliendo la profecía de Pablo Iglesias al pronunciar aquella frase: ““Pedro, no nos van a criticar por lo que hagamos, sino por lo que somos””. Por eso me parece conveniente insistir en algo importante dedicado a quienes presumen de demócratas y constitucionalistas, a los que siguen difamando, negando la capacidad de gestión de este equipo de gobierno y maniobrando para emponzoñar el trabajo de esta coalición democrática y constitucional. Tal como consta en el BOE de 8 de enero de 2020, este gobierno ha sido elegido “de acuerdo con lo establecido en el apartado tres del artículo noventa y nueve de la norma constitucional, tal como consta en el Real Decreto 1/2020, de 7 de enero —de 2020—, por el que se nombra Presidente del Gobierno de España a don Pedro Sánchez Pérez-Castejón”.