La imagen que me vino a la cabeza al escuchar las noticias políticas de estos últimos días fue aquella de los dibujos animados de hace años, cuando el coyote persiguiendo al correcaminos se caía por un profundo precipicio y se metía una talegada de las buenas.
Esta imagen la asocié esta semana pasada con el superasesor de Moncloa Iván Redondo, por la crisis que su gestión provocó en la comunidad de Murcia.
El señor Redondo, más listo que inteligente pero menos de lo que él supone, perpetró una jugada que daría lugar a la caída de varios gobiernos municipales y regionales del centro-derecha cual fichas de dominó.
Para llevar a cabo esta jugada se valió del partido Ciudadanos y de su lideresa Inés Arrimadas. Doña Inés del alma nuestra, ya había pactado previamente con el ministro (?) de lo que antes era Fomento, Sr. Ábalos, para madrugarle una serie de gobiernos a la derecha, con el objetivo final de que la izquierda aposentase sus reales en la sede de la Puerta del Sol, y ya puestos también en el Palacio de Cibeles.
En su superdespacho del complejo de Moncloa el señor Redondo había pergeñado el plan ayudado por cientos de asesores, lo habían comprobado en su superordenador de Big Data que decía que estaba perfectamente pensado y que no contenía fallo alguno.
D. Iván, cuando tuvo el plan pasado a limpio, se lo pasó al despacho presidencial para que diera el visto bueno. El presidente lo entendió a duras penas pero tras un par de explicaciones alzó su banderola verde.
A continuación el PSOE murciano recibió las órdenes monclovitas y presentaron la moción de censura, que para que triunfase debía contar con el «sí» de seis diputados regionales de Ciudadanos.
Mira tú por donde tres de éstos diputados naranjas no estaban muy por la labor y dijeron que nones. Pero al mismo tiempo esta situación alertó a la presidenta madrileña, que al olerse la tostada disparó el botón nuclear de la convocatoria de elecciones, pillando con los pantalones en los tobillos al PSOE y a Cs de la comunidad de Madrid.
A los pocos minutos salía una ambulancia del Palacio de Moncloa con el señor Redondo en su interior debido al golpe recibido, con un cuadro de politraumatismos, magulladuras y moratones que lo convertian en un «Ecce Homo». El talegazo político de D. Iván (y de su jefe) es de los que hacen época y a partir de aquí el asesor ya volará con una buena perdigonada en su ala.
El efecto conseguido será el contrario al que persiguió D. Iván, saliendo la derecha muy beneficiada. Por un lado Diaz Ayuso obtendrá su mayoría absoluta o casi que lo arreglará con ayuda de Vox, también la presidenta madrileña se quita a su vicepresidente tóxico Aguado (Roma no paga traidores) y por último el presidente del PP sale fortalecido cuando estaba en la cuerda floja.
Así que hay que decirle a D. Iván, «ha hecho Vd un pan como unas tortas», dos o tres favores más como éstos y consigue desalojar a su jefe del querido colchón de Moncloa. Es el problema de los que se creen muy listos y a los que los medios ensalzan continuamente. El ladrillazo que se ha dado la historia lo registrará.
Estos episodios le encantan al ciudadano medio del que el poder se ríe a mandíbula batiente un día sí y otro también. El PSOE, que lleva 40 años comportándose como el fortachón del colegio que le trinca la merienda al niño flojillo del patio, se las prometía muy felices porque se iba a hacer con la joya madrileña, pero le ha salido el tiro por la culata.
Los que conocimos el final del franquismo y vivimos en nuestra juventud los primeros años de la Transición teníamos la esperanza de que España fuera un país europeo más, asimilable con nuestros referentes y geográficamente cercanos, con una clase política que nos representara, que hiciera que ningún españolito débil se quedara tirado en la calle y que al mismo tiempo no molestara cuando un ciudadano quisiera montar su empresa.
Hoy la realidad es muy otra. La deriva de este gobierno «Frankenstein» (Rubalcaba dixit) es hacia una economía devastada tipo Argentina y un sistema de libertades parecido al venezolano, donde votas cada cuatro años pero da igual porque tienes un dictador encima del que no te puedes librar, y ojito con protestar porque puedes acabar muy mal parado.
Muchos ciudadanos sin partido que pagamos nuestros (abusivos) impuestos estamos hasta las gónadas de los medios apesebrados, que muestran cada día el mismo informativo que los otros y donde la información está absolutamente manipulada. Nunca en estos años de democracia el periodismo fue menos independiente con un nivel que sonroja al investigarlo.
A los mismos ciudadanos también nos toca mucho la moral política la poca libertad de expresión que existe en la calle. Trate Vd, querido españolito de llevar la contraria al «sistema». Diga Vd públicamente que la ideología de género es parte de la dictadura del proletariado 2.0 que se nos viene encima, o que no tiene claro la teoría del cambio climático o que le encanta la caza y acudir a una corrida de toros. Pruebe Vd a ver cual es la reacción de los que le rodean. Lo menos que le dirán es que es Vd negacionista.
Los españoles de a pie, por no saber, no sabemos ni siquiera el número de fallecidos a causa de la pandemia. Las empresas funerarias hablan de más de 120.000 ciudadanos cuando el poder se suele ahorrar un tercio de muertos sencillamente porque le da la gana y no hay medios que le digan cuatro frescas al respecto.
Nunca en la democracia española el gobierno de la nación ha tenido un nivel tan bajo como éste y con unos objetivos furtivos tan preocupantes. Más que un gobierno democrático parece una banda de descuideros (¿verdad Sr. Ministro de las 40 maletas venezolanas?) sin ningún tipo de escrúpulo.
Cuando de pequeños veíamos en la tele al coyote darse el morrazo nos moríamos de risa. Pues hoy con otros argumentos muy distintos también aprovechamos para partirnos el pecho.