El artista Din Matamoro (Vigo, 1958) muestra por primera vez una exposición individual en el Museo de Arte Contemporánea de Vigo (Marco): «A mirada acesa». Para ello toma como punto de partida una célebre premisa de Kandinsky: “El blanco es un silencio profundo, absoluto, lleno de posibilidades”. Esta muestra reúne una selección de su obra de los últimos años, centrada en el estudio del color, acompañada de otras piezas de épocas anteriores que, como todo el trabajo de este artista, implica un ensayo sobre la percepción, sus mecanismos y emociones.
Su muestra estará en la galería viguesa entre este 4 de junio y el próximo 7 de noviembre. La exposición «La mirada encendida» está en las salas de la primera planta. Con horarios apertura de martes a sábados (festivos incluidos), de 11.00 a 14.30 y de 17.00 a 21.00, y los domingos, de 11.00 a 14.30.
Los comisarios Miguel Fernández-Cid y Pilar Souto Soto destacan las obras de Din Matamoro en apariencia monocromos y lo hace lentamente, aplicando con cuidado sucesivas capas de materia. Quizá por eso, los percibimos densos pero nunca estáticos. Quien se detiene ante ellos, quien los observa con curiosidad, quien les dedica tiempo, siente cómo asoman formas y colores, escondidos tras la última capa, tras la piel de la pintura. Los cuadros desvelan lo que sucede dentro, la pintura como materia viva, lento misterio, espacio interior de rumores. El ojo que interroga, la pintura que seduce y dialoga.
El pintor vigués vive entre imágenes: las que dibuja con inusual voracidad, las que encuentra en los objetos cotidianos, las que construye, las que escribe, las que pinta. No hay descanso ni tiempo de azar, todo es un proceso, un preparar el momento, con ojo avizor, sagaz, generoso. Mente y taller siempre en ebullición, pero una certeza firme –insobornable– del destino elegido, de la actitud, del rigor, del pulso. Dice dudar de todo lo que rodea a la pintura, de cómo se percibe, pero sabe siempre que la luz está en el interior del cuadro y termina mostrándose.
Los cuadros de Din Matamoro, solo en apariencia desnudos, tienen su lugar en una pintura atemporal y contemporánea, que marcó épocas y nuevos modos de mirarla, de entenderla. Pintura de tacto, de equilibrio, pero también de aparición, de desvelamiento; pintura para pasear por ella, para conversar. Pintura viva.