Estamos acostumbrados a oír en el restaurante la frase “que aproveche”, “buen provecho”, etc. Pero el protocolo y el sentido común nos dicen que es una incorrección, los mismo que saludar a los comensales con un “buenos días”, por ejemplo.
¿Cuál es el motivo? Tiene una explicación muy sencilla, lógica, y otra histórica. La histórica es que el provecho eran los gases que soltaban los bebés después del biberón, y ahí nació la frase hecha de “buen provecho”, es decir, que el eructo había salido perfecto y liberaba los gases acumulados. No queda muy bien decirle a alguien que eructe y que le siente bien, ¿no?
Pero la verdadera razón que nos dice que no es de buena educación soltar esa frase es que, precisamente por buena educación, el aludido tendrá que dar las gracias, y si tiene la boca con alimentos no podrá decirnos nada, porque es de muy mala educación hablar con la boca llena, y además se puede correr el riego de atragantarse.
¿Qué hacer entonces? Muy fácil. De entrada no decir nada a los comensales desconocidos. Pero si por casualidad conocemos a la persona que está comiendo en una mesa, con un gesto con la mano de saludo le haremos a continuación el gesto de que después de comer nos saludamos, en el café por ejemplo.
Y si además tenemos mucha confianza con la persona, le diremos al camarero que nos avise cuando le sirvan el café (que además le diremos que corra de nuestra cuenta), y entonces sí podremos ir a saludar a la persona. El camarero le dirá que al café están invitados y así se entabla una pequeña conversación al darnos las gracias. Ojo, pequeña conversación. Si queremos hablar de algo concreto tendremos que quedar en tiempo y hora, pero en el restaurante solo saludar, y poco más.Anuncios