Según hemos informado días pasados, la Tertulia Recreativa ha sabido corresponder al baile que los oficiales del navío francés ‘Renommé’ ofrecieron a la juventud viguesa, a bordo de la engalanada nave. El acontecimiento social tuvo lugar en la noche del 18 al 19. El cronista de salones del Faro se explaya en un largo canto, que es pena no reproducir in extenso. Vayan, sin embargo, unos parrafitos:
“Pasar de allí al segundo salón, era tal la variedad de la concurrencia, la animación y el gusto que presidía en todos los detalles, que desde luego no podía uno menos que olvidarse de todas las amarguras de la vida, para disfrutar de aquellas horas que se hacían breves e insensibles, ya a los acordes de la orquesta y el compás del baile.
Ya oyendo las distintas piezas ejecutadas, el piano por un distinguido oficial del ‘Renommé’- En el último salón como el más espacioso y donde a la vez del bullicio campeaba también esa gravedad que en torno suyo esparcen las mamás, que velan a los jóvenes y animan a “los pollos” a ser galantes, afluía, puede decirse, lo más numeroso de la reunión, y allí también eran agradables los momentos que se pasaban, ya participando de la actividad general de un wals, ya en dulce meditación acerca de los diversos accidentes de la humanidad, esa frágil materia que el tiempo barre.”
(La cosa está clara: en el segundo salón se olvidaban las amarguras de la vida, y en el tercero, en cambio, se filosofaba profundamente sobre la caducidad de las cosas humanas. ¿Era aquello un baile o una clínica dirigida por el Dr. Young?)
“En los intermedios del baile (pues, en efecto, era un baile) se sirvieron refrescos y dulces donde campeaban por su número de helados, y era no menos digno de observarse, por los que a observaciones se daban (volvemos a nuestras dudas), cómo a la animación del baile sucedía luego una calma singular, por entretenerse buen número de personas en sorber de un barquillo como un pachá de su pipa. Era una verdadera reunión de confianza, y así se explica este paréntesis de la etiqueta.”
(Y así da gusto, amigo mío. Se advierte enseguida que al cronista le sobró numen filosófico y le faltó u buen helado que sorber.)
19 de julio de 1875. Xosé María Álvarez Blázquez. ‘La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo’ (Editorial Monterrey, 1960).